Sonia Gabriela Ceja Ramírez
Publicado en web el 18 de agosto, 2011
Los olvidados de todos
El hacinamiento y la corrupción en las cárceles son los principales problemas que enfrentan quienes se hallan privados de la libertad. En México no existen programas de rehabilitación, señala la Pastoral Penitenciaria a nivel nacional.
Del 18 al 22 de julio, se reunieron Coordinadores y Agentes de la Pastoral Penitenciaria de diferentes Diócesis de la República en el XXXIII Encuentro de Pastoral Penitenciaria, que tuvo como tema central “Discípulos en Comunión”, retomando los puntos del Documento de Aparecida, explicó en entrevista para Semanario el Licenciado Pedro Arellano Aguilar, Secretario de la Dimensión Pastoral Penitenciaria, de la Conferencia de Episcopado Mexicano.
“Participaron alrededor de 300 personas de todas las Provincias Eclesiásticas de México. Actualmente, tenemos alrededor de cuatro mil agentes de Pastoral visitando los reclusorios y llevando la Buena Nueva del Señor, por parte de la Iglesia Católica”.
¿Qué es la Pastoral Penitenciaria?
“Se trabaja en tres líneas: Hacia la Sociedad, considerando el número de internos e internas que existen en nuestros reclusorios y sus familias; hacia la Iglesia, y hacia las personas que trabajamos en torno a esta realidad”, detalló.
Hasta antes del año 2000 existía como institución representante de la Iglesia en las prisiones la Pastoral Carcelaria; sin embargo, a partir del 2000 se cambió el nombre, pues “esta Pastoral no comienza ni termina a partir de la barda del reclusorio. La principal misión de la Pastoral Penitenciaria es la prevención, para que la gente no tenga qué ser sancionada mediante una pena privativa de su libertad. La utopía cristiana sería una Sociedad sin cárceles”.
“Dios no nos hizo para el cautiverio; cualquier cárcel va contra la naturaleza humana. Por eso, para la Iglesia Católica lo más importante es que la gente no llegue a esos lugares, y si llega, pues entonces hay que tratar de redimirla y de acompañarla para que lo más pronto posible se reintegre a la Sociedad”, puntualizó Pedro Arellano Aguilar, Secretario de la Dimensión Pastoral Penitenciaria de la Conferencia de Episcopado Mexicano.
Son más que números
En México existen 488 cárceles. “La Entidad Federativa que más internos tiene es la Ciudad de México, con 41 mil, en diez reclusorios. El panorama es terrible en cuanto al sistema carcelario. Los dos principales problemas son el hacinamiento y la corrupción.
“En México tenemos 225 mil presos y presas, y la capacidad instalada es sólo para 114 mil; o sea, que estamos hablando de casi un 100 por ciento de hacinamiento, a nivel nacional. La única Entidad Federativa que no tiene hacinamiento es Tlaxcala.
“Respecto a la corrupción -continuó señalando el entrevistado-, ésta se ha sofisticado, porque antes se trataba de delincuentes individuales que robaban o que cometían actos en contra de la Sociedad, pero ahora tenemos bandas criminales organizadas que operan dentro y fuera de los reclusorios”.
Del autogobierno a la falta de atención a las familias
“La mayoría de los reclusorios grandes tiene un autogobierno con la complicidad de las autoridades. Es más, en algunas Entidades Federativas el mismo crimen organizado ha formado compañías de seguridad penitenciaria para poner a sus propios Directores. Así, tenemos Estados, que por obvias razones no voy a mencionar, donde los directivos pertenecen a la misma compañía que hace convenios con los gobiernos estatales, y entonces el Penal se vuelve tierra de nadie.
“Hay fugas, como la penúltima que hubo en Nuevo Laredo, en la que se evadieron más de 100 internos, y el camión en el que los llevaron hizo hasta dos viajes cruzando la ciudad, con la complicidad de todas las autoridades.
“En las actuales circunstancias, los programas se encaminan a la población interna en los Centros de Readaptación Social, siendo que detrás están sus familias. Si calculamos que detrás de cada interno hay al menos seis familiares, tenemos 1’350,000 personas viviendo la experiencia carcelaria. Aparte, existen las personas preliberadas que están en control y vigilancia y que tienen qué ir a firmar a los reclusorios, así como sus familias. Los preliberados suman alrededor de cien mil, más sus familias, harían otros 600 mil; es decir, en este momento 2 millones 275 mil mexicanos están viviendo la experiencia carcelaria. Y, ante esto, no hay ningún programa gubernamental que trabaje con las familias de los presos. Así, ¿cómo queremos reinsertarlos?
“Las familias, agregó el informante, son muy vulnerables. Si se pierde algo en el salón de clases, todos creen que lo tomó el hijo del preso. La mujer del preso es susceptible de que le falten al respeto: al cabo su marido está en la cárcel. De esta manera, todos son señalados socialmente y, por tanto, están ‘presos’ de la situación carcelaria”.
Los costos de estar en la cárcel
“Si bien la Ley establece que cada preso tiene por lo menos derecho a un día de visita a la semana, y en algunas cárceles se les otorgan incluso más, desgraciadamente todo funciona a través de dinero, así que las visitas se cobran, entre otras muchas cosas.
“Por ejemplo, se tiene qué dar dinero en cada pase de lista que se realiza tres veces por día, y el cobro va desde uno, cinco o hasta 50 pesos por cada pase de lista. Y si no pagan, se anota como que no estuvieron presentes, y los presos son castigados”.
“Las cárceles se constituyen, así, en botines para muchos políticos; se convierten en cajas chicas para las Elecciones y, en general, para las necesidades de los partidos políticos”, advirtió también el Licenciado Pedro Arellano.
“Es una situación terrible, y tenemos qué decirlo con todas las letras: Conocemos la injusticia, pero no la justicia. Éste es sólo un ejemplo, pero ahí todo se cobra: bañarse, entrar al baño, jugar, estudiar, trabajar; todo es dinero, y si no se paga, hemos encontrado casos espantosos en los que se cobra abusando de la esposa, de las hijas. Muchas veces, de esta manera sobornan a los familiares para procurar protección a los presos bajo amenaza de que les harán daño. Les dicen, que si no quiere que lo ‘piquen’, que la señora se acueste con el comandante”.
“Existen reclusorios tan violentos, que hay incluso hasta 200 ‘picados’ por día; pero como no se levantan actas ante el Ministerio Público, no entran dentro de ninguna estadística”.
¿Es la inseguridad el principal problema?
“Todo parte de un sofisma social. Nos han vendido la idea de que el principal problema de la República Mexicana es la inseguridad, y que para combatirla hay que meter a más gente en la cárcel, mientras que en la cárcel la gente sólo se contamina más, pues los primodelincuentes salen corregidos y aumentados. No se va a la raíz de la situación, que es la pobreza, el desempleo, la desigualdad social. Al capitalismo le estorban los indígenas, los niños en situación de calle; le estorban los pobres. En los últimos diez años, han pasado por las cárceles mexicanas más de un millón de ciudadanos.
Otro aspecto a señalar es la lentitud en el sistema de impartición de justicia: “En el ámbito federal, hay gente que lleva cinco años recluida y que aún no ha recibido su sentencia. En algunos Estados transcurren hasta dos años, amén de que estamos hablando de la presentación de pruebas falsas, de arrestos que no deberían haber ocurrido, de personas utilizadas como chivos expiatorios. Nosotros constantemente estamos en contacto con la injusticia.
“Desgraciadamente, en México el mismo Juez que dicta el auto de formal prisión es el mismo que lleva el proceso penal; por tanto, es difícil que admita que él se equivocó, que es un tonto y que tiene que sacar al acusado absuelto”.
Las adicciones al interior de los penales
“El 28% de la gente que está en la cárcel lo está por haber delinquido en torno a una adicción. Como Pastoral Penitenciaria, pensamos que, sobre todo cuando se trata de primodelincuentes, estamos ante la figura de un enfermo, y no existe como pena que a quienes roban una tienda drogados o para conseguir dinero para drogarse, los manden a un lugar a desintoxicarse, por ejemplo, sino que los meten a la cárcel con otro tipo de delincuentes, y se vuelven caldo de cultivo para el crimen organizado.
“Entran por haber intentado robar una tienda de conveniencia, y salen secuestradores, cargados de un rencor social enorme. Si bien es el 28% los que ingresan siendo adictos, dentro de los reclusorios se reporta que 60 de cada 100 se hacen adictos estando adentro”.
Lo que nos cuesta un preso
El costo promedio mensual de la estancia de un preso en el reclusorio es, a nivel nacional, de tres mil cien pesos mensuales, los cuales se pagan con nuestros impuestos. “Con este dinero, se supone que los presos tienen derecho a dos uniformes por año, por ejemplo, pero hay reclusorios en los que nunca se dan esos uniformes a los internos. Un estudio realizado por la Asociación de Familiares de Presos en el Distrito Federal arrojó que los costos por corrupción para que su preso no sea golpeado, o reciba las medicinas cuando está enfermo, es mayor al presupuesto que recibe el reclusorio. Esta Asociación calcula que cada año se reciben mil setecientos millones de pesos en pagos de corrupción carcelaria en esta Entidad”.
Niños fuera de la ley
Pese a que la edad para comenzar a delinquir ha disminuido, y cada vez es más común ver a niños o adolescentes que son detenidos por su participación en grupos delictivos “no hay leyes para este tipo de muchachos, porque legalmente, al cumplir los 18 años, se les borran los antecedentes penales, por Ley. Cometen algún delito y son tratados como primodelincuentes, aunque ya hayan estado siete o más veces en el Tutelar de Menores.
“En cuanto a las medidas para prevenir el delito, conviene comenzar por el derecho que tienen los niños a tener una familia. Cuando se plantean programas que destruyen a la familia, comenzamos a ver hijos abandonados, los cuales, con frecuencia, terminan como delincuentes”.
La labor de la Iglesia
No obstante que la Pastoral Penitenciaria es bien recibida en la mayoría de los reclusorios, también existen algunas trabas; sin embargo, en la mayoría de los casos se reconoce la importancia del apoyo espiritual no sólo para los reos, sino también para los custodios, administrativos, jueces, y, “en este sentido, la Iglesia cumple una misión muy completa”.
Cabe señalar que la Iglesia en México ha buscado que se implementen penas alternativas. “La Iglesia Católica trajo hace siete años a México los brazaletes electrónicos, y actualmente busca que se otorguen penas alternativas a las personas adictas”.
La Pastoral Penitenciaria labora en tres etapas: la prevención del delito, la prisión y la reinserción, y se trabaja en tres líneas: lo religioso, lo social y lo jurídico.
Después de dejar la prisión, se les apoya a través de Cáritas mediante despensas, la búsqueda de empleo con empresarios católicos, la rehabilitación e incluso el ingreso a albergues temporales para quienes no tienen un hogar.
El deficiente sistema carcelario
“Jurídicamente, antes los reclusorios pertenecían al área de Gobierno, a la Secretaría de Gobernación, y a partir del Gobierno del Presidente Fox cambiaron los reclusorios al área de Seguridad. Los policías saben perseguir a los delincuentes, no rehabilitarlos”, afirmó Arellano.
“De acuerdo al sistema actual de impartición de justicia, no existe la resocialización. Los pocos que salen ‘purificados’, por así decirlo, no es que hayan sido rehabilitados, sino que simplemente lograron no ser contaminados. Nunca las manzanas sanas han curado a las dañadas: siempre la podrida pudre a las demás. Así pasa en los reclusorios, donde se mezclan procesados con sentenciados, primodelincuentes con multihomicidas, y esta mezcla lo único que genera es más delincuencia. Si queremos tener estudiantes, vamos a hacer más Universidades; si queremos tener delincuentes, pues vamos a hacer más reclusorios.
“Yo recibí al ‘Mochaorejas’ la primera vez que entró al reclusorio, por haberse robado unos tapones de auto, y ahí se convirtió en un secuestrador sanguinario”.
¿Qué puedo hacer yo?
Es responsabilidad de las Parroquias la atención a los presos. Cada Parroquia puede empezar por pedirle a su Pastoral Penitenciaria que le diga cuántos miembros de su comunidad están en la cárcel. Así, el Párroco comienza por pedir a la gente la oración; luego le llevan alguna despensa a la familia; después, el abogado de ahí se ofrece a revisar el expediente, o si hay algún Psicólogo en la comunidad, quizá pueda atender a la familia, y de ese modo se crea una sinergia en torno a ello.
La Iglesia Cautiva
Dulce Natalia Romero Cruz
Desde hace más de 35 años, la Pastoral Penitenciaria en la Arquidiócesis de Guadalajara tiene como objetivo la evangelización, el acompañamiento y la administración de Sacramentos a la población interna, así como darles asistencia en la caridad, a ellos y a sus familias. Algunas de las actividades que se realizan dentro de esta Pastoral, son: El rezo del Rosario, Adoración Nocturna, Asesoramiento Legal, Cursos de Renovación Humano-integral (o Cursillos de Cristiandad), con cinco Retiros al año. Fuera de los reclusorios, se apoya a las familias mediante despensas y ofreciendo Talleres de Capacitación para Empleo.
Se les da también acompañamiento a los encuentristas, seguimiento espiritual y doctrinal, cada semana; se llevan a cabo Posadas, se celebra la Eucaristía, hay Catequesis, se vive intensamente la visita de la imagen de la Virgen de Zapopan al inicio del año; se les da formación bíblica y, cuando se puede, apoyo económico para sus fianzas. Estas actividades se realizan todos los días de la semana, y para esta labor se cuenta con una Pastoral Penitenciaria interna, integrada por los mismos presos que ya vivieron el Encuentro, y ellos apoyan con seguimiento a sus compañeros, y hacen promoción.
Afuera
La Sede de la Pastoral está en la Parroquia del Señor de la Misericordia, (por la Calle Obregón, del Sector Libertad, rumbo del antiguo Penal de Oblatos), donde es Párroco el Padre Alfredo Romo Valadez, Director General de la Pastoral Penitenciaria Diocesana. Hay cerca de 180 Agentes de Pastoral, contando a otros Grupos de otras Parroquias, y de vez en cuando asisten a los Penales. En total son cinco los Sacerdotes (incluyendo al Director) que forman el Equipo Coordinador: Pedro Apolinar Rafael Esquivel Corona, José Luis Dávalos Álvarez, Osvaldo Castañeda Salguero y Román González Sandoval, aunque hay otros Padres que prestan sus servicios ocasionalmente.
Se cuenta con dos Capillas, una en el CRS, que es el reclusorio de los sentenciados, y otra en el área preventiva. En ambas se lleva a cabo la celebración de Sacramentos, como Matrimonios, Bautizos, Primeras Comuniones y Confirmaciones.
“Nuestra labor -asegura el Presbítero Pedro Esquivel, quien además de ser parte del Equipo es Capellán del Templo del Divino Preso-, está basada en lo que señala la Santa Sede acerca de la Iglesia cautiva, que son los fieles que se encuentran privados de su libertad, pero no dejan de ser Iglesia, y nosotros tenemos que ir a ellos ante su imposibilidad para acudir a alguna Parroquia. Por ello, tratamos de realizar, ahí dentro, todas las actividades que se hacen afuera. Es una labor fuerte, pero satisfactoria; a veces resulta difícil porque es un servicio que presentamos dentro de una institución gubernamental y debemos acatar sus normas; no tenemos el control como en una Parroquia.
“Como Sacerdotes y miembros del Equipo de Pastoral Penitenciaria, invitamos a la gente, durante la homilía, a hacer oración por los hermanos privados de su libertad, y a la vez se les convoca a colaborar y comprometerse con la Pastoral”.
Principalmente la Pastoral Penitenciaria necesita oración, manos trabajando y recursos económicos. Si quieres participar o ser bienhechor, esta información es para ti:
Sede de la Pastoral Penitenciaria:
La Parroquia del Señor de la Misericordia
Dirección: Obregón 1599 (y calle 64), en el Sector Libertad.
Teléfono: 3643-9159.
Con Daniel Larios, al 04433-1018-9552; E-mail: Daniel_larios@hotmail.com.
Con Rebeca Reynoso, al 3618-1523.
Testimonios
“Tengo cuatro años colaborando en la Pastoral, y en este año me nombraron Coordinador. Decidí entrar porque, para mí, el llamado del Señor era muy grande y claro, ya que desde pequeño he tenido la inquietud de ayudar a los demás. Hace cuatro años, un amigo me platicaba de la Pastoral Penitenciaria, y desde ese momento mi corazón sintió inquietud por esta actividad y decidí entrar. Al principio sentí temor, pero adentro las cosas cambiaron porque vi el rostro sufriente de Cristo en cada uno de ellos. Hoy estoy enamorado de este apostolado y seguiré ejerciéndolo hasta que Dios me lo permita. Desde entonces el concepto que tenía de los presos ha cambiado totalmente, pues al momento en que conocí su pasado, mudó la forma de ver y juzgar la vida de cualquiera.
Creo que la Pastoral se está renovando, ya que hay muchos jóvenes que se involucran en ella, a pesar de que se consideraba exclusiva de adultos. Ahora puede decirse que somos mitad y mitad. Sin embargo, falta más gente porque sigue siendo grande la necesidad”.
Daniel Larios López, Coordinador del Grupo dedicado al Reclusorio Preventivo.
“El Grupo ‘Divina Providencia’ se inició en la Parroquia del Señor de la Misericordia hace 35 años. Desgraciadamente, ha ido disminuyendo; creemos que es por la falta de compromiso o por miedo. Los que lo integramos somos personas que llevamos años laborando en esta área (12 en total, 4 hombres y 8 mujeres). Atendemos, cada primer sábado del mes, a los internos de Psiquiatría, que es el Departamento del 2 DIP, donde sólo podemos entrar las mujeres que preparamos la comida. Consiste en llevarles alimentos preparados el mismo día y con productos de primera calidad, así como la Eucaristía. Ese día, para los internos y para nosotros, es una fiesta; ellos nos esperan y nos reciben con mucho gusto. De igual manera, visitamos el Reclusorio Femenil también el primer sábado del mes. Para mí es una enorme satisfacción y gusto el hacerlo. Nuestro propósito es llevarles la Palabra de Dios, que es un consuelo.
Para el Grupo es un crecimiento espiritual, porque considero que el que no conoce los reclusorios no sabe agradecer a Dios y no merece ni lo que trae puesto. Ahí nos damos cuenta de la injusticia, la necesidad, la impotencia, el sufrimiento, el dolor, y eso nos hace humanizarnos. Con el agradecimiento y el respeto de los cautivos nos damos por bien pagados. Todo lo que hacemos es por amor a Dios, primero; por amor a ellos y por gusto también”.
Rebeca Reynoso Zamora, Coordinadora del Grupo “Divina Providencia”.
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