La Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced fundada el 10 de Agosto de 1218 por San Pedro Nolasco en la Catedral de Barcelona España, dedicada especialmente a Visitar y Liberar a los cristianos cautivos en poder de los musulmanes, ha vivido su compromiso dentro de la Iglesia como un testimonio vivo de la Misericordia de Dios a favor de los oprimidos de la tierra. —
La naturaleza, pues, de su misión ha despertado a lo largo, de su historia diversas formas de adecuar y revitalizar su carisma de acuerdo a los signos de los tiempos.
Por eso, a partir del s. XX ha querido vivir su carisma dentro de la Iglesia en la Sociedad desde la realidad de las cárceles; pues ahí ha descubierto un nuevo lugar de cautiverio donde se viven las situaciones de opresión y miseria humana que siguen degradando a la persona. "El Capítulo General de 1950, a través-de la comisión de apostolado recomendó que el principal trabajo de nuestros religiosos debe ser: «Evangelizar a los pobres”, llevar el alivio a las personas abrumadas por“ problemas del alma, visitar a los encarcelados, prestar asistencia y ayuda a los indigentes que viven en los suburbios de las ciudades, porque Nuestro Señor vino a. buscar a los pecadores y necesitados»" (AA. VV., La Orden de Santa María de la Merced, Instituto Histórico de la Orden de la Merced, Roma 1997, p. 285).
De entre las llamadas obras de Misericordia, nuestra Orden ha descubierto que la cárcel se ha convertido en lugar de opresión y marginación de muchos seres humanos, no sólo por su naturaleza de hacinamiento de los que han cometido un delito en contra de la sociedad, sino porque en ella se experimentan las consecuencias de una sociedad degradada en sus valores y la marginación que sigue produciendo los sistemas de injusticia social.
Fuente: Introducción a los "Lineamientos de la Pastoral Penitenciaria de la Provincia Mexicana"
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