La Biblia y la tradición apostólica

Revelación:
Proviene del latín “revelare” que significa “quitar el velo”. La revelación divina es la manifestación de Dios de su voluntad para nuestra salvación.
La revelación a través de la historia ha sido de manera verbal, por medio de la tradición. 
Los primeros 5 libros de la Biblia fueron escritos por Moisés (1000 años después de que Dios le hablara a Abram) y los Evangelios terminaron de escribirse aproximadamente en el 75 d. C.
La Biblia se compiló en el siglo IV d. C.

La revelación de Dios proviene de 2 maneras:
  1.       La revelación natural (por medio de la creación). No podemos ver a Dios, pero lo hacemos a través de sus obras. El hizo el mundo y por sus obras entendemos que Él es eterno y poderoso.
  2.        La revelación sobrenatural o divina; a través de los santos profetas y de una manera perfecta y definitiva en la persona de nuestro Señor Jesucristo:

 «En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres, por medio de los profetas, hasta que, en estos días que son los últimos, nos habló a nosotros por medio de su Hijo» (Heb.1,1-2).

3.      Jesús nos reveló a Dios mediante sus palabras y obras, sus signos y milagros; sobre todo mediante su muerte y su gloriosa resurrección y con el envío del Espíritu Santo sobre su Iglesia. Todo lo que Jesús hizo y enseñó se llama «Evangelio», es decir, «Buena noticia de la Salvación».

La revelación en el Antiguo Testamento:

La alianza de Dios con Noé

Y dijo Dios a Noé: «Esta es la señal de la alianza que yo he establecido entre mí y todo ser terrestre.» (Gen 9:17)

La alianza de Dios con el pueblo de Israel

Aquel día Yahvé pactó una alianza con Abram diciendo: «A tu descendencia daré esta tierra desde el torrente de Egipto hasta el gran río Éufrates. (Gen 15:18)
Pacto mi alianza contigo y con tu descendencia después de ti: ésta es una alianza eterna. Yo seré tu Dios y, después de ti, de tu descendencia. (Gen 17:7)
Al bajar de regreso del monte, Moisés traía las dos tablas de las Declaraciones divinas en que las leyes estaban escritas y grabadas por ambos lados.         
    
Las tablas de la alianza

Las tablas eran obra de Dios, como también la escritura era la escritura de Dios, grabada sobre ellas. (Ex 32: 14-15)

Al acercarse Moisés al campamento, vio el ternero y las danzas. Se llenó de furor y arrojó las tablas, que se hicieron pedazos al pie del monte. (Ex 32:19)

El decálogo

Ahora, si ustedes me escuchan atentamente y respetan mi alianza, los tendré por mi propiedad personal entre todos los pueblos, siendo que toda la tierra es mía, (Ex 19, 5)

Moisés bajó del monte y contó al pueblo todas estas palabras de Yahvé y todas sus leyes. Contestaron de una sola voz: «Nosotros cumpliremos con todo lo que Yahvé ha dicho.» (Ex 24:3)

Y Moisés puso por escrito todas las palabras de Yahvé. Al despuntar el día, Moisés levantó un altar al pie del monte y, al lado del altar, doce piedras por las doce tribus de Israel. (Ex 24:4)
   
Luego mandó algunos jóvenes para que ofrecieran víctimas consumidas por el fuego y sacrificaran novillos como sacrificios de comunión.         
Moisés tomó la mitad de la sangre y la echó en vasijas; con la otra mitad roció el altar.   
Después tomó el libro de la Alianza y lo leyó en presencia del pueblo. Respondieron: «Obedeceremos a Yahvé y haremos todo lo que él pide.»
Entonces Moisés tomó la sangre con la que roció el pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con ustedes, conforme a todos estos compromisos.»  (Ex 24, 4-8)

Sobre la Iglesia, el Papa y la infabilidad.

Ahora escúchame, te voy a dar un consejo, y Dios estará contigo. Tú serás para el pueblo el representante de Dios, y le llevarás sus problemas.
Eligió hombres capaces de todo Israel y los puso al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez.
Ellos atendían al pueblo en forma habitual para arreglar los problemas de menor importancia, y llevaban a Moisés los asuntos más delicados. (Ex 18:19,25,26)

Pedro en el Antiguo Testamento (AT)

Al leer la Biblia nos encontramos con profecías que nos hablan sobre Cristo en el AT, son la gran mayoría, también tenemos alguna profecía que podemos identificar a la Santísima Virgen en ella, pues bien, llegados a este punto, existen varias profecías en el AT que nos dejan ver cuál sería la misión de Pedro en el NT.

Veamos entonces estas profecías petrinas:

 y le hablas de esta manera: Así dice Yahveh Sebaot: He aquí un hombre cuyo nombre es Germen: debajo de él habrá germinación (y él edificará el Templo de Yahveh).
El edificará el Templo de Yahveh; él llevará las insignias reales, se sentará y dominará en su trono; habrá un sacerdote a su derecha, y consejo de paz habrá entre ellos dos. (Zac 6:12-13)

Aquí en este breve pasaje, se nos anuncia como será la relación entre Cristo y el sacerdote, será un consejo de paz, una sola cabeza, una unidad, esta relación es la que Cristo anunció a San Pedro. También aquí se ve claramente como el futuro de ambos se unirá para siempre lo que más adelante se probará con un pasaje del NT.

A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; inclínense a ti los hijos de tu padre.
Cachorro de león es Judá; de la presa, hijo mío, has vuelto; se recuesta, se echa cual león, o cual leona, ¿quién le hará alzar?
No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas. hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones;
el que ata a la vid su borriquillo y a la cepa el pollino de su asna; lava en vino su vestimenta, y en sangre de uvas su sayo; (Gn 49:8-11)

Y sobre él siguió la línea del pueblo de Dios, el remanente:

"Yahvé se airó en gran manera contra Israel y los apartó de su rostro, quedando solamente la tribu de Judá" (2Reyes 17:18; Oseas 1; Jueces 1,1-2).

A su vez cuando llego “Aquel” (Jesucristo), llamo a 12 Apóstoles (Marcos 3,13-19) pero solo a uno se le dijo:

“Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.” (Mateo 16,18-19)

-Veamos las similitudes entre estas dos citas:

1.-)En la primera Jacob llamó a sus 12 hijos, los que formarían las 12 tribus de Israel, una vez llamados solamente a uno le dio una promesa.
2.-)En la segunda, Cristo iba con los 12 apóstoles, pero solamente a uno llama Bienaventurado y solamente a uno le da una promesa.
3.-) Te alabarán tus hermanos, se inclinaran ante ti.
4.-)Serás la roca sobre la que la Iglesia del Dios vivo, se edificará.
5.-)El báculo, el bastón no se apartará de ti hasta que venga Cristo.
6.-)Tendrás las llaves del Reino de los Cielos, hasta que venga Cristo otra vez.
7.-) Dios solo se quedó con la tribu de Judá.
8.-)Las puertas del Hades no derrotaran jamás a la Iglesia. Sobre Pedro permaneció el pueblo de Dios.

Y ya, por último:

Aquel día llamaré a mi siervo Elyaquim, hijo de Jilquías.
Le revestiré de tu túnica, con tu fajín le sujetaré, tu autoridad pondré en su mano, y será él un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá.
Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá. (Is 20:21-22)

La cual haya su cumplimiento en Mateo 16:16-18:

 “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.” (Mateo 16,18-19)

Vemos como existen también muchas similitudes entre ambas citas:

1.-)En Isaias se nos habla de la llave de la casa de David, abrirá y nadie cerrará, cerrará y nadie desatará.
2.-)En Mateo se nos habla de las llaves(es plural pues son del Cielo y de la Tierra), llaves que sirven para atar y desatar, y nadie desatará ni volverá a atarlo.
3.-)Se nos habla de Elyaquim a quien le serán dadas las llaves.
4.-)En Mateo, Cristo da las llaves a Pedro, el nuevo Elyaquim.
Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,. y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». (Mt 28,18-20)


La Iglesia Santa y pecadora

Para atacar a la Iglesia, nos traerán temas sobre pecados de Papas, sobre la Inquisición, sobre pederastia, sobre muchos otros asuntos que se quedan en la historia, algunos ciertos y otros no.

Vayamos al primer Papa: Pedro. Si bien recordamos Pedro negó tres veces a nuestro Señor, y aun así fue elegido por Él cómo su Vicario.  Después de Pentecostés y habiendo recibido el Espíritu Santo, Pedro es recriminado por Pablo. 

Gálatas 2, 14,17.Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?»

Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos pecadores, ¿estará Cristo al servicio del pecado? ¡De ningún modo!

No es menor su acusación, le acusaba de fingir y vivir como gentil en pecado, Pedro en su error de comportamiento, NUNCA erro en su doctrina, aun a pesar de haber caído en esa corrupción por su manera de obrar.
  
“Creemos que la Iglesia es santa, pero en ella hay hombres pecadores. Es necesario rechazar el deseo de identificarse solo con aquellos que no tienen pecado. ¿Cómo podría la Iglesia excluir de sus filas a los pecadores? Es por la salvación de ellos que Jesús se ha encarnado, ha muerto y resucitado. Es necesario aprender a vivir con sinceridad la penitencia cristiana”.  -El Papa Benedicto XVI recordó (26 V 2006) estas palabras de S.S. Juan Pablo II que, con motivo del Gran Jubileo del 2000, había exhortado a los cristianos a hacer penitencia por las infidelidades del pasado.

La Iglesia es Santa por el origen divino de esta, Jesús la edifica sobre Pedro (Mat 16,18) y nace en Pentecostes. Pero está formada por todos los fieles, y en la tierra somos todos pecadores. Sin embargo no debemos de olvidar que la Iglesia es:

Así sabrás cómo comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad 1Tim 3,15

Es la iglesia el fundamento de la Verdad, por tanto de ella no puede emanar ningún error.

Para que los Principados y las Potestades celestiales conozcan la infinita variedad de la sabiduría de Dios por medio de la Iglesia. Efesios 3,10

Importante resaltar que hay tres estados en la Iglesia:

  1. La iglesia peregrina (en la tierra), estos somos nosotros hasta el día de nuestra muerte.
  2. La iglesia purgante (en el purgatorio), son los difuntos que aun no han ido al cielo. Por estos oramos el día de los difuntos, el 2 de noviembre.
  3. La iglesia triunfante (glorificada en el cielo), estos son los santos que celebramos el 1 de Noviembre.

Jesús nunca prometió una Iglesia formada solo por personas que nunca pecaran, de hecho El dijo que venía por los pecadores no por los santos.

Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?»  Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.» (Mt 9,11-13)

Nos dice el teólogo Joseph Ratzinguer (luego Papa Benedcito XVI)

Podremos decir que Cristo y la Iglesia son uno solo a la manera como marido y mujer forman juntos un cuerpo por la comunidad matrimonial. Pero, al afirmar esto, se ve claro que la unidad que Pablo percibía en la expresión de "soma Jristou" (cuerpo de Cristo) no representa una unidad de identificación, sino de unión dinámica.

La unión dinámica, de que aquí se habla, entraña dos referencias desiguales. Está primeramente la entrega de Cristo a la Iglesia. Este lado de la referencia, el lado de Cristo, es definitivo e indestructible. El contenido cabalmente del «Evangelio» es que ahora, contra la inmoralidad e iniquidad de los hombres, que no pueden cumplir la ley, aparece el «no obstante» de la gracia divina que, a pesar del pecado y a pesar de la inobservancia de la ley, simplemente «por gracia», salva al hombre y lo introduce en una alianza, que no está ya en el modo condicional: «Si hacéis esto, recibiréis», sino en el modo absoluto de la misericordia divina.

No veamos pues la paja en el ojo ajeno sino la viga en el propio, Nuestra Iglesia es santa y pecadora.
Las verdades que la Iglesia enseña como "de fe" son aquellas sobre las que se tiene la certeza de que son infalibles (sin posibilidad de error) porque están amparadas por las promesas de Cristo:

El que a vosotros oye, a Mí me oye`(Lc 10,16).

La promesa de Cristo no puede fallar. Estas verdades requieren de los católicos el asentimiento de la fe.  Es decir, la virtud sobrenatural de la fe, porque tenemos fe en Cristo y su promesa de enseñar por medio de la Iglesia. Estas verdades obligan a los católicos bajo pena de romper nuestra comunión con la fe verdadera.

Sobre el Magisterio de la Iglesia

Ahora bien, el oficio de interpretar correctamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia. Ella lo ejercita en nombre de Jesucristo. Este Magisterio, según la Tradición Apostólica, lo forman los obispos en comunión con el sucesor de Pedro que es el obispo de Roma o el Papa.

El Magisterio no está por encima de la Revelación Divina, sino que está a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido. Por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, el Magisterio de la Iglesia lo escucha devotamente, lo guarda celosamente y lo explica fielmente.

«Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días has-ta que se termine este mundo» (Mt. 28,18-20).


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