Via Crucis - Libreto -

ORDEN DE LA MERCED




VIA CRUCIS
LIBRETO



NOMBRE DE LOS PERSONAJES



SANEDRÍN
CAIFÁS
ESCRÍBA
ANCIANO
NICODÉMUS
ANÁS
CAPITÁN
CRIADO
JUDAS

LA ÚLTIMA CENA
JESÚS
PEDRO
ANDRÉS
SANTIAGO
JUAN
FELIPE
BARTOLOME
TOMAS
MATEO
PABLO
TADEO
SIMÓN
JUDAS
DESPEDIDA DE MARÍA
MARÍA
JESÚS
MARÍA MAGDALENA
MARÍA
SALOMÉ
APÓSTOLES
JUDAS EN CASA DE ANAS
CENTURIÓN
ANAS
JUDAS
MALCO

JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
JESÚS
JUDAS
PEDRO
MALCO
APOSTOLES
SOLDADOS

JESÚS EN CASA DE ANAS
ANAS
ESCRÍBA
JESÚS

CASA DEL SUMO SACERDOTE CAIFAS
CAIFAS
NICODEMUS
TESTIGO 1
TESTIGO 2
SOLDADOS

NEGACIÓN DE PEDRO
SÉFORA
MIRIAM
PEDRO
JONATHAN
JESÚS
SOLDADOS
PUEBLO


CLAUDIA Y PILATOS
CLAUDIA
PILATOS

JESÚS ANTE EL PROCURADOR ROMANO
PILATOS
SAMUEL
SACERDOTES
JESÚS
CENTURIÓN
SOLDADOS
PUEBLO
JESÚS ANTE HERODES
HERODES
MUJERES
BAILARINAS
SOLDADOS
JESÚS



JESÚS ANTE PILATOS JUICIO FINAL
CAYO
PILATOS
ONKELOS
PUEBLO
SACERDOTES
CAIFÁS
ANAS
JESÚS

LAS FRASES DE LA CRUZ
LADRONES
JESÚS
PUEBLO
SACERDOTES
SOLDADOS
MARÍA
JUAN





ESTACIONES DEL VIACRUSIS.

JESÚS ES CONDENADO A MUERTE.
l.                   JESÚS CARGA CON LA CRUZ.
III.-                 JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
IV.-               JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE.
V.-                SIMÓN DE SIRENE AYUDA A JESÚS.
VI.-               LA VERONICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS.
VII.-             JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
VIII.-            JESÚS HABLA A LAS HIJAS DE JERUSALEN.
IX. -              JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
X.-                JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
XI.                JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ.
XII.-              JESÚS MUERE EN LA CRUZ.
XIII.-            JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ.
XIV.-            JESÚS ES SEPULTADO.



REUNION DEL SANEDRIN

(Aparecen Anás y Caifás, rodeados de los príncipes de los sacerdotes, de los escribas y
de los ancianos, en reunión solemne contra Jesús).

CAIFÁS.-              Príncipe de los Sacerdotes, Escribas, Ancianos del Pueblo, nos hemos reunido en sesión solemne en esta ocasión para tratar el caso de Jesús Nazareno ... Ustedes me dicen que este hombre hace muchos milagros y sí lo dejamos así, creerán en él todos y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación ... Hoy es el momento oportuno para tratar este asunto, la palabra sensata de ustedes será a espada que acabe de una vez por todas con el prestigio de este falso profeta (Se sientan).

ESCRÍBA.-            A mí se me ocurre que hay que buscar la manera de aprenderlo con engaños y matarle. Ya lo hemos intentado cuando enseña en el templo, pero no lo hemos conseguido, porque todo el pueblo está pendiente de él escuchándolo.

ANCIANO.-          Esta bien que acabemos con él, pero me parece que no durante la fiesta de La Pascua, para que el pueblo no se alborote.

P. DE SACERDOTES.-
Y si con esto nos traemos problemas para nuestra nación. Si lo hacemos y la justicia de Dios cae sobre nosotros para aniquilarnos, por dar muerte a un profeta creo que habrá de hacerlo todo con pie de plomo; evitaremos un tumulto del pueblo ya que todos lo tienen en gran estima.

NICODÉMUS.-    Sabios, Doctores, para juzgar a este hombre es preciso oírlo. Oigan a Jesús de Nazaret y sus palabras conmoverán vuestros corazones. Yo he platicado con él durante la noche, por espacio de muchas horas, su frente resplandece como la de Moisés, sus palabras persuaden como las de Elías; yo a pesar de todo lo que digan ustedes, lo creo el enviado de Dios... Sabios Rabinos, por ventura nuestra, la ley juzga a un hombre sin haberlo oído primero y si informarse de lo que ha hecho.

ANÁS.-                 Tú eres Galileo y estudias las escrituras, por lo tanto debes saber que de Galilea no se levantó profeta alguno.
NICODÉMUS.-    Acabas de arrojarme a la cara grosera ignorancia... Pero para <que sepas, si no lo sabes, Nahúm y Josías son reconocidos en nuestra ley como Profetas y nacieron en Galilea.

CAIFÁS.-              Ustedes no saben nada, ni piensan que es conveniente que muera un solo hombre por el pueblo y no que parezca toda la nación. Solamente doy esta orden que si alguno sabe dónde está Jesús de Nazaret, que lo denuncie para aprenderlo inmediatamente, hagan saber esto a todo el pueblo, quiera Dios que acabemos con esta obra que nos ha tocado en suerte realizar para defender los sagrados derechos de su Santa ley y nuestras tradiciones... Ya he dado la orden a los soldados para que lo aprendan, a ver si lo consiguen, esperemos pues que nuevas noticias nos tren.

(En esos momentos entra el capitán un poco temeroso al presentarse ante Caifás)

-CAPITAN DE LOS SOLDADOS.-
Nosotros, ni los soldados que nos acompañaron, no nos hemos atrevido a tocar ni un solo hilo de su ropa, le liemos oído hablar y ninguno, les aseguro, habla con él, sus palabras conmueven el corazón.

VOCES.-               Será el Mesías... El Cristo esperado............

CAIFÁS.-              Maldito sea ese Nazareno; inútiles ustedes, que le han tenido miedo. ¿Porque no le han aprendido?... ¿Por qué?... ¿Por qué?...

CRIADO.-             (Entra inclinándose ante Caifás). Sumo Sacerdote, alguien que parece conocido quiere hablar con ustedes, dice que se llama Judas Iscariote.

CAIFÁS.-              Hazlo pasar inmediatamente. (Sale el criado, después se dirige Caifás a los ahí presentes). Hoy mismo se sabrá la suerte de ese Jesús con la presencia de Judas.     |

JUDAS.-                (Entra con un poco de temor y no dice palabras).

CAIFÁS.-              Pasa ilustre Judas Iscariote, ¡que vientos te traen por aquí a nuestras reuniones secretas! ... ¡Acaso alguna noticia importante nos vas a comunicar! ... ¡te has disgustado con tu maestro! ... Cuéntanos con toda sinceridad la razón de tu visita.


JUDAS.-                Les aseguro que ustedes están preocupados por lo de Jesús de Nazaret y no encuentran como aprenderlo... Yo, Yo... Soy discípulo suyo y ya no estoy contento de seguirlo, lo odio y deseo perderlo... Perderlo como ustedes.

CAIFÁS.-              ¿Cómo?, ¿De veras?, ¿Tú?


TODOS.-              (Se levantan admirados por la proposición de Judas). ¡El Nazareno! ¡El Nazareno!

CAIFÁS.-              Eres la bendición del pueblo en estas circunstancias... tú nos lo Entregarás por una recompensa... y ¿Qué recompensa nos pides?



JUDAS.-                Lo que ustedes buscan con afán es de gran precio, así que la recompensa tiene que ser grande



CAIFÁS.-              Te daremos treinta monedas de plata y te fue bien. Es el precio que se da por un esclavo bien pagado.

JUDAS.-                Es muy poco. Yo desearía algo más... siquiera 50      

CAIFAS.-              No damos ni una moneda más... Lo que te ofrecemos es más que suficiente y esta además muy bien pagado ... haces un bien a todo el pueblo y un obsequio a Dios.

JUDAS.-                (Pensativo) Bueno... Arreglados ... Treinta monedas ... Y ... Cuándo me darás las monedas?

CAIFÁS.-              Cuando nos entregues a Jesús.

JUDAS.-                Será esta misma noche;

ANÁS.-                 ¿A qué hora?

JUDAS.-                Antes de la media noche.

ANÁS.-                 ¿Dónde?

JUDAS;-                Vendré aquí para decirles el sitio donde pueden encontrarlo.

ANÁS.-                 Hasta entonces se te entregará el dinero.

CAIFÁS.-              Te esperamos en la casa de mi suegro Anás. ¿Sabes dónde vive?

JUDAS.-                Sí, vive en el Bajo de Jerusalén...

CAIFÁS.-              Pues bien, ahí te esperamos.

JESÚS.-                 Ardientemente he deseado comer de esta pascua antes de padecer. En verdad, en verdad os digo que ya no la volveré a comer hasta que haya tenido plena realización en el reino de mi padre.
(Jesús enciende dos velas que están encima de la mesa diciendo): Bendito seas, Señor Dios del Universo, que has encendido las lámparas del cielo. (Pone enseguida incienso sobre las brasas diciendo). Bendito seas, Señor Dios del Universo, que has creado los aromas y los perfumes. (Después bendice la comida de pascua diciendo:). Bendito seas, señor Dios del Universo, que nos has escogido entre todas las gentes... En amor nos has dado días santos, el tiempo de nuestra liberación... Un día santo para reunirnos ... Una fiesta conmemorativa del Éxodo de Egipto.....

LAVATORIO DE PIES A LOS APOSTOLES

(Jesús se levanta y los apóstoles lo siguen, Jesús toma una toalla y una jarra de agua y se dispone a lavarle los pies a los Apóstoles de uno en uno hasta que llega ame Pedro...)

PEDRO.-               ¿Tú me vas a lavar los pies Señor?, eso nunca lo consentiré?

JESÚS.-                 Lo que yo hago ahora, tú no lo entiendes, lo entenderás más tarde.

PEDRO.-               Pues nunca dejaré que me laves los pies.

JESÚS.-                 Si no dejas que te lave los pies. Pedro, no tendrás parte conmigo.

PEDRO.-               Si es así señor, no solamente lávame los pies, si no las manos y la cabeza también.

JESÚS.-                 El que está limpió no necesita lavarse más que los pies y vosotros estaréis limpios, pero no todos, (mirando a Judas) (Al terminar regresan todos a la mesa y Jesús dice):

JESUS.-                 Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros, vosotros llamarme maestro y señor y decid bien, porque lo soy, pues si su maestro y señor os ha lavado los pies, vosotros también deben de hacerlo unos con otros os he dado el ejemplo para que también lo hagáis.
                               En verdad, en verdad os digo, no es el esclavo mayor que mi Señor, ni el enviado mayor de quien lo envía, si entendéis esto, seréis dichosos practicándolo, no lo digo por todos vosotros yo sé bien a quienes he elegido pero tiene que cumplirse las escrituras, quien come pan conmigo ha levantado su talón contra mí, eso lo digo ahora antes de que suceda, para cuando suceda creéis que soy yo. En verdad os digo, que quien recibe a quien yo envío, a mí me recibe y quien a mí me recibe, recibe a mi Padre. (Jesús toma uno de los panes y dice):
Bendito seas Señor, Dios del Universo, que sacaste el pan de la tierra, tomen y coman todos de él, porque este es mi cuerpo, que por ustedes es entregado.
(Jesús toma, después en sus manos la copa de vino y dice):
Bendito seas Señor, Dios del Universo, que creaste el fruto de la vida. Tomad todos de él, porque esta es la sangre de la nueva alianza que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

JESÚS.-                 En verdad os digo que uno de vosotros os entregara.

APÓSTOLES.-     (Uno a uno le va respondiendo, comenzando por Pedro): ¿Acaso yo Señor? ¿Seré yo Señor?...

JESÚS.-                 Uno de los doce, el que coma conmigo en el plato, ese es, hay de aquel por quien el Hijo de los hombres es entregado, más os valiera no haber nacido.

JUDAS.-                ¿Acaso, soy yo... Señor?

JESÚS.-                 Tú lo has dicho, Judas, lo que has de hacer, hazlo pronto (Le da un pedazo de pan)

JUDAS.-                (Sale corriendo y gritando)! Soy un miserable!

JESÚS.-                 Ahora si el hijo del hombre ha sido glorificado, hijos míos, poco tiempo estaréis con vosotros, me buscaréis y lo mismo que os dije a los Judíos, lo digo a vosotros, que donde yo voy, vosotros no podéis venir. Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos con otros, como yo os he dado el ejemplo para que también lo hagáis en esto, reconoceréis todos que sois mis discípulos.

PEDRO.-               ¿Señor a dónde vas?

JESÚS.-                 A donde yo voy, tu no podéis venir ahora, me seguiréis más tarde.

PEDRO.-               ¿Porque no puedo seguirte ahora? Yo daría mi vida por ti.

JESÚS.-                 ¿Que tu darías la vida por mí? En verdad, os digo que esta noche, esta misma noche antes de que el gallo cante dos veces, tú me habéis negado tres. Pero no se aflija vuestro corazón, ni se acobarde, creéis en Dios. Creéis también en mí, en la casa de mi padre hay muchas moradas y yo voy a prepararles una, para que donde yo este, estaréis también.

APÓSTOLES.-     Señor, no sabemos a dónde vas ¿Como vamos a conocer el camino?

JESÚS.-                 Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie llega al Padre si no es por mí, si me conocéis a mí, conocéis al Padre y desde ahora lo estáis viendo.

FELIPE.-                Señor, muéstranos al Padre con eso nos basta.

JESÚS.-                 Llevo tanto tiempo con vosotros y todavía no me conocéis Felipe.
Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre, entonces, como puedes decir muéstranos al Padre. Creed. En mí porque yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. No os dejare huérfanos, volveré a vosotros, si me améis guardaréis mis mandamiento y yo os rogaré al Padre y él os enviara otro intercesor para que se quede para siempre entre vosotros, el Espíritu de la verdad que el mundo no ha de recibir porque no le ve ni le conoce, vosotros ya le conocéis, porque se queda con vosotros y estaréis con vosotros.
La paz os dejo, la paz os doy, pero no os la doy como la del mundo, no se aflija vuestros corazones, ni tengáis miedo, os iré. Pero volveré a vosotros.
Padre la hora ha llegado glorifica a tu hijo para que tu hijo te glorifique a ti y según el poder que tú le has dado, guarde la vida eterna a todos aquellos que te han confiado, pues en esto consiste la vida eterna en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo. Padre, guarda en tu nombre a todos aquellos que me confiaste, ninguno se ha perdido, solamente el hijo de perdición, pues tenían que cumplirse las escrituras, no te ruego que lo saques del mundo, sino que lo preserves del mal, glorifícalos en la verdad para que ellos den testimonio de la verdad.
Levantáis, vosotros de aquí, iréis al huerto de los Olivos.


DESPEDIDA DE MARÍA

JESÚS.-                 Saludos y paz, Madre mía (La toma de los hombros)

MARÍA.-               (Sollozando) ¡Hijo mío! ¿Te vas?.

JESÚS.-                 ¡Madre! Mi padre lo ordena, la hora se aproxima, debo pues cumplir sus órdenes, mi suerte esta dictada en los cielos, de donde descendí gustoso por amor a los hombres, mi sangre lavará en breve la culpa cometida en el paraíso, mi sangre será la semilla que ha de dar mañana a la humanidad el fruto fecundo, por eso con gusto voy a cumplirlo, Madre mía.

MARÍA.-               Llévame contigo, Hijo mío y deja que mi pecho lave también con el dolor esa culpa y que mi corazón, lance el último suspiro contigo.
JESÚS.-                 Tú, Madre has de soportar... Más no temas será por corto tiempo en la cumbre del, Gólgota, paloma solitaria y dolorida, arrullaras con tristes gemidos la amargura de mi muerte. Todos me dejarán, tú sola arrodillada al pie del leño confundirás tus lágrimas con mi sangre, porque tú humilde violeta de Nazaret has venido para sufrir agudísimos dolores en la tierra de los hombres y perfumar desde el cielo la dolorosa agonía de la raza humana.
(María con sumo dolor lo interrumpe a su hijo, lo abraza llorando).
No llores mujer, que muy pronto nos volveremos a reunir en la morada eterna. Tranquiliza tu espíritu y es pera con serenidad la última hora.

MARÍA.-               Hijo mío, revoca tu sentencia, compadécete de mi dolor y de mi amargura, recuerda que siendo niño fe abrigue en mis brazos, te lleve a Egipto y que mi mayor placer en las horas de angustia, era besar tu frente blanca como las, cumbres del Sabino, pura como la gota del rocío que se cobija bajo el cáliz de los lirio del valle. Entonces eras toda mi felicidad, pero... Ahora ... Partes y me dejas sumergida en el más cruel de los dolores ... ¿qué va hacer de mí, esta pobre madre abandonada? compadécete de mí, hijo mío. (Llora y se abraza de Jesús).

JESÚS.-                 Madre mía, llena de inmenso dolor, yo soy la causa de todos tus sufrimientos... vamos a resignarnos, ya que para eso fuimos escogidos por mí Padre. Y que nuestro dolor que ahora comienza sea como el rocío matutino, para todas las almas buenas, que sea un refrigerio en su dolor, una esperanza en su amargura y que la sangre que yo derramé y las lágrimas que tu vierta sea para provecho de muchos y para salvación del género humano.
Ahora me voy, Madre mía, la hora ya está próxima gracias por todo lo que hiciste por mí ¡Hasta pronto madre mía!

MARÍA MAGDALENA.-
¡Maestro! ¿A dónde vas?

MARÍA SALOME.-
¡Señor, quédate con vosotros, no te vayas!


JESÚS.-                 Vosotras no entendéis ahora lo que voy hacer, ya lo entenderéis, os encomiendo a mi Madre por ahora y no lloréis que me parten el corazón, adiós, muy pronto volveré, !ah! y no temáis, tener fe y esperad. (Las santas mujeres abrazan a María, llorando y así se quedan, Jesús y sus discípulos se quedan en el Huerto de los Olivos para orar)

JUDAS EN LA CASA DE ANÁS

CENTURIÓN.-     Judas espera tu permiso para entrar.

ANÁS.-                 Que pase de inmediato.

JUDAS.-                Veo que dudas de mis palabras.

ANÁS.-                 ¿Vienes pues... a entregar, a tu maestro?

JUDAS.-                Claro, a que había dé venir.
ANÁS.-                 ¡Dónde está?


JUDAS.-                Muy cerca de aquí... Apenas nos separan unos metros de él. Pero no se sobresalten, que Jesús está muy tranquilo celebrando la Pascua en casa de Héli.


ANÁS.-                 Toleraremos que ese Galileo celebre la Pascua en Jueves!
JUDAS.-                ¿Acaso no han tolerado que cure enfermos en sábado, y que practique leyes nuevas y extrañas... ? Por eso conviene deshacerse de él...
ANÁS.-                 Pues explica tu plan.
JUDAS.-                Jesús muchas veces se retira con sus discípulos al huerto de los olivos, esta noche ira también allá... Yo conozco bien el camino y el lugar... présteme la corte y los alguaciles... necesitan ir bien armados... que lleven antorchas, palos y espadas... y tienen que sujetarlo bien.

ANÁS.-                 ¿crees que Jesús y sus discípulos se defiendan?


JUDAS.-                Jesús no es hombre de guerra, es hombre de paz, él mismo presentará las manos para que lo aten... En cuanto a sus discípulos... Solo Pedro es el peligro... los demás harto harán con llorar la suerte de su maestro.

ANÁS.-                 ¿Que esperamos entonces?

JUDAS.-                Que Jesús salga de Jerusalén... hay mucha gente que lo conoce y lo estima como Profeta... Y podrían alzarse contra vosotros ... Mejor esperáis.

ANAS.-                 Malco, eres fiel servidor... Iras con Judas a aprender a Jesús y si Judas nos engaña, os apoderáis de él.

MALCO.-              Perdéis cuidado... Jesús caerá esta misma noche en vuestras manos.

ANAS.-                 ¿Cómo lo conoceréis en la oscuridad de la noche?

JUDAS.-                La señal que os doy es esta: aquel a quien yo de un beso, ese es, inmediatamente debéis aprenderlo en el huerto de los olivos.

ANAS.-                 Basta ya, con eso, estaréis bajo la custodia de los soldados hasta que os aprendáis.

(Salen Judas y los soldados al patio donde se unen en dialogo).

CENTURIÓN.-     Hagáis una fogata para os calentáis... el frio se hace sentir.

MALCO.-              ¿Con que te llaméis Judas... y has vendido a tu maestro? ... que miserable... de que te serviréis 30 monedas de plata... Si un maestro no se compra ni con todo el oro del mundo .... Eres un infame, traidor... Mil veces traidor... Ja, ja, ja....

JUDAS.-                (Con fastidio) Ya lo hice... Ya es hora... Vámonos

MALCO.-              Dice Judas que os llego la hora.

ANAS.-                 Atenlo y váyanse inmediatamente...

JUDAS.-                (Malco va atar y Judas dice defendiéndose) !A mi¡

MALCO.-              Si, a ti, vámonos.

(Llega Jesús al huerto de los olivos acompañado de sus discípulos, ocho de ellos se quedan a la entrada del huerto y tres se dirigen con él más adentro).

JESÚS.-                 Quédense aquí, mientras voy a orar... oren para que no entren en tentación... Pedro, Santiago y Juan vengan conmigo... Los demás esperen aquí ... triste esta mi alma hasta la muerte... quédense aquí y velen... (Se adelanta, se arrodilla con profunda tristeza).
Padre, todas las cosas te son posibles, pero que no se haga mi voluntad si no la tuya.
(Se levanta y viene hacía donde los apóstoles están durmiendo).
Simón, ¡duermes!... ¡no pudiste velar una hora!... levántense y oren para que no caigan en tentación... el espíritu es fervoroso, pero la carne es débil.
(Se retira de nuevo y postrado en la tierra ora de la misma manera). ¡

Padre, todas las cosas te son posibles, pero que no se haga mi voluntad si no la tuya.
(Jesús queda arrodillado mientras se aparece el Ángel con el cáliz y Jesús viéndolo con tristeza dice:)
Padre mío, si no es, posible que pase de mí este cáliz sin que yo lo beba, hágase pues tu voluntad y no la mía.
(Viene otra vez a los apóstoles y dice:)
Dormid ya y descansar; ved que os llego la hora y el hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores... Levantaos y vámonos, que está cerca el que me entrega.
(Llega Judas y los soldados con la chusma a aprender a Jesús).    

JUDAS. -               Dios te salve, Maestro... (Y lo besa)

JESÚS.-                 Amigo ¿A qué has venido?.. Judas, ¿Con un beso entregas al hijo del hombre?... (Jesús se adelanta y se enfrenta con la multitud que viene a aprenderlo).


JESÚS.-                 ¿A quien buscáis?

TODOS.-              A Jesús Nazareno,

JESUS.-                 Yo soy... (Asustados retroceden y Jesús vuelve a preguntar), ¿A quién buscáis?    

TODOS.-              A Jesús Nazareno

JESÚS.-                 Les dije que soy yo, si pues me buscáis, dejad que estos se vayan. (Malco se adelanta, Siega hasta Jesús y comienza a sujetarlo)

PEDRO.-               ¿Señor les damos con la espada? (Pedro saca la espada y golpea a Málco en la oreja derecha).

JESÚS.-                 Basta, envaina tu espada, porque todos los que usan la espada, a espada morirá... ¿Acaso pensáis que no puedo orar a mi Padre y el me enviaría más de doce legiones de ángeles?... ¿Cómo pues se cumplirán las escrituras?... ¿No he de beber el cáliz? (Jesús toca la oreja de Málco sanándolo)

MÁLCO.-              Me has curado, me has curado y esto merece un premio.
(Le da una bofetada, tirándolo y dos soldados lo levantan).

JESÚS,-                 Cómo sí fuera un ladrón has salido a aprenderme con espadas y palos habiendo estado con vosotros enseñando cada día en el templo, no extendieron la mano contra mí, no me apresaron.... más para que se cumpla las Escrituras de los profetas, esta es su hora. Y el poder de las tinieblas. (Presenta sus manos para que le aten y así atado lo llevan a casa de Anás).

ANÁS.-                 Seas bienvenido, tú Maestro de Nazaret... así es como queríamos verte con nosotros.... Para acabar con esas burlas que has hecho a la Santa Ley de vuestro Padre... Ten en cuenta que te encuentras en la casa del Pontífice Anás ... Tus locuras y tu falsa doctrina han conmovido a toda la Nación... Y vosotros los guardianes de los derechos de vuestro Dios, queremos Interrogarte, sobre tus discípulos y tu doctrina.

ESCRÍBA.-            Hemos esperado durante siglos al Mesías prometido y tú ahora pretendes serle... y como vas a serlo, sí sabemos de donde eres y quienes son tus padres... Eres el, pobre hijo de un carpintero y tu madre es María es una mujer como cualquiera del pueblo... vosotros los escribas sabemos, de memoria las Leyes del Señor, y no dirás que pretendes sobrepasamos a todos, que hemos dedicado toda nuestra vida estudiándolas... ¿Dónde está tu sangre real... para que nos demuestre que eres el hijo de David?... Las Santas Escrituras están todas contra ti, porque siendo hombre te atreves a hacerte Dios.

ANÁS.-                 ¿Le has oído bien?... De modo que nos Interesa saber el paradero de tus discípulos... ¿Quiénes son?

(Jesús con la cabeza inclinada nada responde...Anás interrumpió el silencio hablando fuertemente).

¡No respondes a lo que te pregunta el sumo Sacerdote, que representa la gran autoridad religiosa de los judíos ¡... Dime... porque te has hecho, maestro... Poniéndote a predicar la ley a tu manera, y porque has seducido a esos hombres tan viles y tan valientes para que te acompañan por las montañas de Galilea, donde abundan los salteadores?... ¡Dime, quien te ha dado autoridad para atreverte a tanto?
(Lo empuja) ... Responde embustero... (Hay un momento de silencio) ¿No respondes? ... Piensas que vas a escapar de vuestras manos... ja, ja, ja, ja... una vez más te pregunte a cerca de tu doctrina... ¿De dónde la sacaste? ¿Quién te ha mandado a predicar cosas tan extrañas? ... ¿Qué Maestro te la ha enseñado?


JESÚS.-                 Yo he hablado públicamente al mundo... Yo enseñé en la Sinagoga y en el templo donde se reúnen todos los Judíos... y nada hable en secreto ... ¡Que me preguntas a mí! ... Pregunta a quienes me escucharon, que les dije... ellos saben lo que yo les enseñe.
(Malco se acerca, le da una bofetada y Jesús cae por el suelo y todos se ríen burlonamente).

ANÁS.-                 Mereces más por tus blasfemias que has pronunciado haciéndote igual que Dios... Me alegro que uno de los guardias lo haya hecho de mi para vengar ese odio que tengo contra ti (Lo empuja) ... El sumo Sacerdote Caifás tiene autoridad para decidir en estas cuestiones religiosas, y el fallo que el pronuncie será lo mejor que pudo haberse hecho con tu triste persona que no garantiza ser de mucha importancia, debido a la condición social a la que perteneces      Los guardias te llevaran bien custodiado a la casa de Caifás ... (Dice a los guardias) Llévenselo inmediatamente para que sea juzgado por el Sanedrín, que no quiero ver más a este hombre embustero y profanador de las Leyes...    

CASA DEL SUMO SACERDOTE CAIFAS

CAIFÁS.-              Pasa a esta santa casa del Sumo Sacerdote de los Judíos... Tú Jesús de Nazaret, que has alborotado a todo el pueblo, sembrando confusión con tus enseñanzas ... Hacía tiempo que este consejo deseaba tenerte entre sus manos y ahora corres por nuestra cuenta, no vayas a decir que con uno de tus milagros vas a desaparecer de nuestra presencia... Ja, ja, ja... No creas que estamos Ignorantes de toda tu conducta... Y por eso mismo tendrás que responder claramente a todas esas declaraciones que has hecho ante el pueblo... (Se dirigen ante los presentes).... Para poder juzgar a este hombre necesitamos algunos testimonios... Quiero oír as acusaciones que contra él tienen ustedes.
Sería injusto dar el fallo sin antes haber oído ante todos ustedes los crímenes de que se le acusan, tienen la palabra los testigos...

TESTIGO 1.-        (Se levanta) Yo lo conozco perfectamente.

CAIFÁS.-              ¿Juras por el Dios eterno, decid toda la verdad?
                              
TESTIGO I.-         Juro que así lo haré.

CAIFAS.-              ¿De qué acusas a este hombre Jesús de Nazaret?

TESTIGO.-            Acuso a este hombre de tener pacto con el diablo.

CAIFAS.-              ¿Que pruebas alegas?... ¿Has presenciado algún hecho de Jesús?. ¿Que demuestre lo que acabas de decir? ... si lo sabes, cuéntalo.

TESTIGO l.-          Le he visto de noche rodeado de espíritus inmundos.
CAIFÁS.-              Eso es muy poco y casi no dice nada... Queremos algo con más detalles.

TESTIGO l.-          Más detalles no puede darles, porque no los tengo precisos.

NICODÉMUS.-    Precisamente porque es una calumnia contra este hombre que no hace sino el bien.

CAIFÁS.-              ¡Cállate! Nicodémus, yo sabré de mis negocios... Este a ti no te importa. (Silencio)... Así que faltan otros testigos... Háganlo libremente previo juramento de decir la verdad.

TESTIGO 2.-        Este ha dicho, yo puedo destruir el templo de Dios y después de tres días vuelvo a levantar otro no hecho con materiales.

CAIFAS.-              Estas acusaciones no están de acuerdo unas con otras... unos dicen una cosa y otros dicen otra... Esto no satisface a todos los aquí presentes ... Por lo mismo deben de dar pruebas exactas de que es culpable, de otro modo no podemos seguir adelante con el juicio. (Se dirige a Jesús) Y tu Nazareno, que respondes de lo que estos dicen contra ti... Puedes defenderte ... Habla para que todos te oigamos y hazlo con la solemnidad que acostumbras para burlarnos de ti basta cansarnos ... (Se ríen) ja,ja,ja.ja ... ¿No respondes a lo que te pregunte? Farsante, embustero, amigo de Belcebú, príncipe de los demonios, ¿Ni siquiera respetas la suprema autoridad? ... Y eso que eres celoso de la gloria de Dios y que eres favorecido por el en todo lo que haces... Con esto demuestras que eres un endemoniado, amigo de publícanos y pecadores... ¡ha! y no vayas a gritar en nuestra presencia que eres mayor que nuestro Padre Abraham... y que eres Señor del sábado ... (Silencio) ... ¿No respondes, por tanto a las declaraciones que estos dicen y atestiguan contra ti?... (Silencio). Te conjuro en nombre de Dios vivo que nos digas, sí tu eres el Cristo, el hijo de Dios vivo.

JESÚS.-                 Como tú lo has dicho, así es... Y todavía les digo más que pasando este, han de ver al hijo del hombre sentado a la diestra de Dios venir de las nubes del cielo.


CAIFÁS.-              (Al oír esto Caifás la respuesta de Jesús, rasga sus vestiduras en señal de escándalo). Ha blasfemado... ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? ... Ustedes mismos acaban de oír la blasfemia... ¿Qué les parece?

TODOS;-              Reo, es de muerte, Reo es de muerte.

(Un soldado venda los ojos de Jesús y los demás se lanzan contra él, gritan y lo patean, gritando).

SOLDADOS.-      Adivina Cristo quien te pegó, adivina Cristo quien te pegó... Ja, ja, ja, ja... Adivina Cristo quien te pegó... Ja, ja, ja, ja (Cristo tirado en el suelo).

CAIFÁS.-              Preso has de quedar esta noche bajo la guardia, y mañana te llevaremos con el Presidente Poncio Pilatos. Para que el decida tu causa]... Llévenselo, lo dejo a su responsabilidad... (Sale con Jesús empujándolo).

NEGACION PE PEDRO

SÉFORA.-             Ya vez como si lo detuvieron siempre, ahora sí, ya no volverá hablar.

MIRIAM.-            No estés tan segura Séfora, ese hombre es muy peligroso por todo lo que sabe hacer.

SÉFORA.-             ¿Pero tú también crees en todo lo que se dice de él? Pues yo no. Pienso que sus partidarios todo eso han inventado para hacer creer a la gente que ese hombre es el Mesías y lo que hace es por medio de magia y hechicería.

MIRIAM.-            Allá en Betania, un hombre que se llama Lázaro y tiene dos hermanas que se llamen Martha y María, ese hombre fue la prueba más reciente y palpable dé lo que ese Nazareno puede hacer Lázaro murió y fue puesto en la tumba ahí permaneció durante cuatro días y entonces llego a ese lugar el Nazareno y viendo a sus dos hermanas llorar la muerte de su hermano; se conmovió de ellas he hizo que lo llevarán a su tumba donde yacía él cadáver y solamente hablándole por su nombre el muerto volvió a la vida y ahora vive como cualquiera de nosotros ¿ Crees tú que esa resurrección haya sido por arte de magia ?. Es un hecho sobrenatural, por el cual solo un hombre protegido por Dios puede hacerlo y de ese hecho maravilloso hay muchos testigos aquí en Jerusalén. Y muchos de ellos ya creen que es el Mecías prometido a nuestro pueblo y eso molestó a los Príncipes de los Sacerdotes y ese ha sido el motivo principal por cual lo han mandado detener.

SÉFORA.-             Pero si ese hombre fuera el Mecías, entonces porque no ha hecho nada para librarnos del poder de los Romanos; pienso yo que si el Mecías anunciado por los Profetas a nuestro pueblo. Será un hombre invencible y que conquistara todo el mundo ¿No es así Miriam?

MIRIAM.-            Así es y así será.

SÉFORA.-             Entonces ese hombre no es el Mecías porque nada ha hecho en favor de nuestro pueblo, y nada ha demostrado de lo mucho que sabe y se dice de él y ahora menos lo hará estando ahí detenido.

(Séfora reconoce uno de los Discípulos de Jesús se acerca y le pregunta). ¿Eres tú uno de los Discípulos del Nazareno?


PEDRO.-               No mujer yo no he visto a ese hombre. (Contesta Pedro tratando de esconder la cara).

SÉFORA.-             Pero ¿Sí lo conoces verdad?

MIRIAM.-            ¡Séfora!

SÉFORA.-             ¡Ya voy Miriam!

MIRIAM.-            (Miriam se acerca al desconocido y le pregunta) ¿Quién eres tú? ¿Por qué te escondes?

PEDRO.-               Yo, yo mujer soy un forastero en Jerusalén y he venido a las fiestas de Pascua.

MIRIAM.-            ¿Y entonces que haces aquí?
PEDRO.-               Fui invitado por un amigo mío a este lugar y como no lo veo por aquí y la noche está avanzada he decidido retirarme.

MIRIAM.-            ¿No será amigo de ese que tienen detenido? ¿No serás Discípulo de Jesús Nazareno? Tú forma de hablar te identifica.

PEDRO.-               ¡Pero mujer! ¿Por qué me dices eso? Yo te juro por mi Padre que no conozco a ese hombre de quién tanto me hablas.          

JONATHAN.-       (Se acerca a Pedro y le dice) Tú eres uno de los discípulos, tú estabas en el huerto de los Olivos.

PEDRO.-               Me estás confundiendo.
CLAUDIA Y PILATOS

CLAUDIA.-           (Corre a su lado y se arrodilla junto a su lecho) ¿Que os pasa esposo mío? ... ¿Qué os sucede? ... ¿Porque estáis tan inquieto?).

PELALOS.-           (Despierta espantado) ¡Ah! eres tú Claudia, esposa raía.

CLAUDIA.-           Sí soy yo, Poncio, aquí he estado velando tú sueño.

PILATOS.-            (Levantándose) ¿Porque no has descansado, Claudia? (Se acerca a una ventana y mira el cielo) La noche se encuentra a la mitad de su carrera y veo que tus ojos se encuentran cargados de sueño, y se ve que no has dormido, ¿Se puede saber porque?... ¿Algo malo te ha sucedido?, ¿Que te aflige?... ¿Algún mal?...

CLAUDIA.-           No precisamente eso, amado mío, pero es una pena que traigo clavada aquí dentro del pecho.

PILATOS.-            ¿Qué clase de pena es Claudia?, ¿Puedo saberlo? ... La Esposa del Procurador de Judea no debe ocultarle nada, habla pues y dime que es lo que te pasa y te ha hecho permanecer en vigilia. Te juro por los Dioses del Olimpo que me sentiré muy dichoso, sí logro darte gusto y comprender tu pena.

CLAUDIA.-           Tú me prometes; Y yo estoy pura creer que no me podrás complacer.

PILATOS.-            Tan grande es tu pena o tan difícil es lo que bienes a pedirme, o ¿crees acaso tan débil el amor que te profeso?

CLAUDIA.-           No, nada de eso, creo que me amas de verdad.

PILATOS.-            Entonces... ¿Porque no me dices con la confianza de siempre lo que ahora pretendes?...

CLAUDIA.-           Porque no son vanidades lo que vengo pedir, ni es un capricho que pueda causarme tal pena que me ha guiado esta noche hasta tu aposento, si no es un asunto de mucha importancia que, yo no sé porque, pero, me figuro que tiene algo que ver con nuestro porvenir.
PILATOS.- Tardas mucho en decirme lo que quieres. ¡Habla! te lo ruego por los Dioses Inmortales.

CLAUDIA.-           Ya que asi lo deseas, esposo mío, lo aré confiada en que escucharás mis suplicas... Pues bien, Poncio, ¿Recuerdas que, precisamente ayer hablamos de ese hombre que se llama Jesús de Nazaret?

PILATOS.-            Si recuerdo y ¿qué quieres de ese hombre que yo pueda concederte que sea el motivo principal de tu pena?

CLAUDIA.-           ¿Te disgusta que vuelva a hablarte de él?

PILATOS.-            No, Prócula, no porque ese judío del que me hablas en mí concepto, es el hombre más humilde y el más grande de su nación, porque me puede disgustar el oír hablar de él, de ninguna manera.

CLAUDIA.-           Pues bien, Poncio, esposo mío, contradiciendo tus ordenes burlándose de tú máxima autoridad, Caifás, Anás y todos los miembros del Sanedrín se han apoderado de él esta noche y han hecho de él lo que han querido y pretenden darle muerte.

PILATOS.-            ¿Qué cosas dices, Claudia? ... ¿Dónde lo has visto o a qué hora lo has soñado si ni siquiera te has acostado?...




CLAUDIA.-           Precisamente, cuando ya me disponía a descansar, vino a visitarme una muchacha judía muy buena que hace tiempo conocí aquí en Jerusalén y desde entonces me ha inspirado confianza y ella me ha narrado todo lo que a ese hombre le ha sucedido.

PILÁTOS.-            Pero, ¿Qué has dicho, Prócula? ¿Es verdad todo eso?

CLAUDIA.-           Ten verdad es, Poncio que a estas horas ya debe haber sido juzgado por su tribunal del Sanedrín y sin duda lo han condenado a muerte, porque le tienen envidia.

PILATOS.-            ¡Miserables Judíos! Con pocas excepciones, pertenecen una raza que Roma debe aplastar como si fueran reptiles. Yo los he comprendido y humillado y los humillaré más. Yo he sido el primer procurador Romano que se ha atrevido a introducir las Águilas y las Insignias del Imperio, dentro de Jerusalén, espera, yo a despecho suyo me propongo, Claudia, mía desde éste momento, hacerles mascar el freno del Imperio, aunque ellos tengan que quedar sin gente y yo sin ningún soldado. Yo los abatiré, hasta hacerlos comer polvo y lodo, yo haré justicia como Pretor Romano y caerán sobre ellos las vagaciones y tormentos de que ese buen Hombre, que a nadie hace mal, ha sido objeto.

PILATOS.-            Anás, Caifás y todos los dirigentes judíos, son espíritus encarnados de la envidia y la maldad. A latigazos are azotar sus rostros como miserables esclavos, Te lo prometo esposa mía, y bien Claudia ¿Eso es todo lo que con tanta pena me querías decir?

CLAUDIA.-           No, esposo mío... Quiero pedirte solamente que hagas justicia, porque ese hombre Jesús no debe nada, ni ha hecho mal a nadie. Quiero justicia solamente.

PILATOS.-            No temas, ni dudes Claudia mía; La justicia se hará te lo juro y si eso es todo, amada mía, quédate tranquila y retírate a descansar y confía en mí yo al amanecer haré justicia.

CLAUDIA.-           (Se arrodilla y besa su mano) ¡gracias! muchas gracias esposo mío: ya decía que entenderías mis ruegos.
PILATOS.-            (La levanta) ¡Levántate, Claudia mía! y no temas... Yo cumpliré lo que hoy te he prometido.

CLAUDIA.-           Entonces me iré contenta a descansar, ¡basta pronto Poncio! (Se abrazan y salen).

PILATOS.-            ¡Hasta pronto!, Claudia (Pilatos permanece solo) ¡Miserables hipócritas!, ¡Rasa dé víboras! Ya os he humillado muchas veces pero hoy aplastaré vuestras cabezas malditas como reptiles venenosos.

JESÚS ANTE EL PROCURADOR ROMANO

Contemplemos la llegada del cortejo ante la presencia del Procurador de Judea, Poncio Pilatos. Y seamos testigos del juicio que aquel hombre representante del poder Romano le hizo al Señor.

TODOS.-              ¡Querremos justicia! ¡Queremos justicia! !Que salga el Procurador! ¡Que salga el Procurador!

PILATOS.-            (Al Centurión) Tomad vuestro lugar, Centurión saldré a ver qué es lo que quieres esos perros judíos, ya que exigen mi presencia con tanta vehemencia.

(El Centurión se coloca al frente de la guardia).
                              
TODOS.-              ¡Queremos ver al Procurador! ¡Queremos ver a Poncio! ¡Porque queremos justicia! ¡Queremos Justicia!

PILATOS.-            (Sale) ¿Contra quién pedís esa justicia?

TODOS.-              ¡Contra este hombre: Jesús de Nazaret!

PILATOS.-            Y ¿De qué acuséis a ese hombre?

SAMUEL.-            (Se acerca hasta él y le entrega la sentencia). Aquí tenéis la sentencia, fue Romano.

PILATOS.-            (La toma y la lee y después de leerla les dice) Tomadlo vosotros y crucificadle según vuestras leyes.
TODOS.-              ¡A nosotros no se nos está permitido dar muerte a nadie!


PILATOS.-            ¡En concreto! ¿De qué pues lo acusáis?


SACERDOTES.- Le hemos encontrado alborotando al pueblo y prohibiéndole pagar tributo al Cesar...

TODOS.-              Y dice que él es Cristo Rey...

PILATOS.-            Traed al reo (Lo acercan y lo ve detenidamente y dice a todos) Le examinará detenidamente y si le halló culpable de delito, el peso de la Ley caerá sobre él con todo rigor, pero si por fortuna le encuentro que es inocente, entonces hará caer Roma toda la justicia sobre quien lo ha acusado y condenado.

(Se acerca a Jesús y le dice) Voy a interrogarte y deseo que me conteste con sinceridad y franqueza. Ten presente que soy el juez y que tengo derecho a que me respondas.

JESÚS.-                 ¿Dices eso por tu cuenta, o te lo han dicho otros de mí?

PILATOS.-            ¿Soy yo judío por ventura? Tu pueblo y los pontífices te han entregado a mí... ¿Qué hiciste?

JESÚS.-                 Mí Reino no es de este mundo, si mi Reino fuera de este mundo, mis Ministros lucharían para no caer en manos de los judíos; pero mi reino no es de aquí.

PILATOS.-            (Maravillado) luego, ¿Tú eres Rey?

JESÚS.-                 Si como tú dices, yo soy Rey... Yo para esto nací y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad y todo aquel que es de la verdad escucha mi voz.




PILATOS.-            Y ¿Qué cosa es la verdad? ... (Sin esperar respuesta sale y les dice) como veis ya lo interrogue y no he encontrado ninguna culpa en él. ¿Entonces cómo es que le acusáis y me lo habéis traído para que lo condene? ...¿De qué le acuséis, pues? ¿Este hombre es galileo?

TODOS.-              Si es Galileo

PILATOS.-            Pues no me compete a mí juzgarlo; Porque Galilea está bajo la jurisdicción de Herodes el Patriarca. Llevándoselo a él para que lo juzgue.

SACERDOTES.-   Pero tú eres el que debe impartir justicia y no otro, porque tú eres el representante de Tiberio aquí en Judea.

PILATOS.-            Pero por tratarse ahora de vuestras fiestas, le cedo mis derechos a vuestro monarca Antipas. Llevádselo a él, y vosotros, no vais a contradecir mis órdenes.

SACERDOTES.-   Entonces entréganoslo para llevárselo.

PILATOS.-            Pero no seréis vosotros quien ejecute mis órdenes. Ya habéis hecho con este hombre todo lo que habéis querido desde que os apoderasteis de él, sin mí consentimiento; por eso ahora lo pondré bajo la custodia de mi guardia Pretoriana y ellos serán los que ejecuten mis órdenes. Todos vosotros, si queréis seguidle y si no haced lo que mejor os convenga.
(Se dirige al Centurión) ¡Centurión!

CENTURIÓN.-     ¡Ordenad mi señor!
(Los guardias que traían atado a Jesús, como eran del templo, y por supuesto judíos, se harán a un lado cediendo el lugar a los guardias Romanos que desde ese momento se encargarán de Jesús, estando en orden lo llevarán a la presencia de Herodes)

JESÚS ANTE HERODES

SOLDADOS.-      Poncio Pilatos, te envía este hombre para que tú lo juzgues, pues es Galileo y te pertenece.
HERODES.-          Bien yo juzgaré a este hombre, hacedor de milagros ¿o no es así como te llaman, un hombre que puede andar sobre las aguas? (Todos se ríen).
Silencio no os burléis de las brujerías, no entendéis vosotros, tontos He oído decid que curas enfermos, curas leprosos, hasta eso haces, curad leprosos, ni más ni menos que un mago modesto, la modestia pone un sello a tus labios, cosa rara. (Nuevamente se burlan de Jesús).
No os burléis de este hombre, locos, no tenéis fe en los signos y maravillas. Y ese hombre, Lázaro, fue tu mayor milagro, el hombre murió y fue sepultado y ahora vive porque tú lo has resucitado. He oído también hablar de tu gran milagro en Canaán, donde convertiste el agua en vino. Y desde luego, esa es la clase de milagros que todos ellos pueden apreciar. (Toma una copa de agua y se la acerca a Jesús en los labios, al ver que no se la ha convertido en vino, Herodes enfurece y lanza la sigua en la cara de Jesús).
Agua, agua, ¿No tienes ningún poder Galileo? ¿O qué? ¿Sólo actúas ante pobres aldeanos y no quieres hacedlo ante tu Rey?

MUJER.-               ¿Olvidas Herodes que ha dicho que es Rey?.......

HERODES.-          (Burlándose de el pregunta): ¿Ha dicho que es Rey? pues lo haremos Rey... Un manto, traed un manto (Mientras un soldado trae el manto, Herodes continua burlándose de Jesús) para que vaya bien a este monarca y reconocedlo como tal. (Cuando le dan el manto a Herodes, se lo pone a Jesús en los hombros para burlarse de él).
Majestad, hacedle reverencia a este loco, rendid homenaje a la realeza que se encuentra entro vosotros, postraos, postraos. (Después de arrodillarse se levanta y dice):
Su corona debe venidle de Roma.
Lléveselo otra vez, porque este hombre está loco, no quiero volvedlo a ver, y decidle a Pilatos de mi parte que el mismo lo juzgue con aciertos y beneplácitos del pueblo que yo doy mi parecer.
(Herodes ya molesto grita a los soldados):
Llévenselo pronto, que esperan   

SOLDADOS.-      (Entran bruscamente y se llevan a Jesús)

CAYO.-                 (Llega antes que el cortejo y se presenta ante el Procurador).
¡Señor heme aquí ya de regreso!
PILATOS.-            ¿Qué pasa con el Centurión?

CAYO.-                 No se mi Señor, porque el cortejo que trae al reo lo encontré que viene de regreso hacia acá.

PILATOS.-            ¿Que no le ha juzgado Herodes?

CAYO.-                 No puedo asegurarte nada señor, porque nada vi, de nada me enteré.

PILALOS.-            Esperaré pues a que lleguen. Quedaos por ahí cerca por si os necesito.

CAYO.-                 Así lo aré, mí Señor (Sale).

TODOS.-              (Afuera) ¡Queremos justicia! ¡Queremos justicia!, Pilatos

PILATOS.-            (Molesto). Otra vez la misma urgencia. (Se levanta y sale) ¿Por qué me traen a este hombre? ¿Qué no lo ha Juzgado ya Herodes?

ONKELOS.-          Según las leyes de Roma, Herodes no puede juzgar a nadie, por lo tanto júzgalo tú Pilatos.

TODOS.-              Sí, sí júzgalo tú, a ti te corresponde.

PILATOS.-            Habéis presentado entes a este hombre como alborotador del pueblo contra sus Leyes, habiéndolo interrogado ente vosotros y no encontré en él ninguna culpa, ni delito de lo que alegáis contra él.

SACERDOTES.-   Es un mentiroso, es un alborotador, es un seductor, y desobedece no solo a nuestras leyes sino también a las de Roma.

PILATO.-              ¡Le acusáis!, también según me habéis dicho de exhortar al pueblo para que no pague los impuestos al Emperador... Bien pero por otra parle afirmáis que ha dicho. Dad al Cesar lo que es del Cesar, y los impuestos son del Cesar, le acusáis también de haber inquietado a la gente con sus predicaciones, pero él habla abiertamente y ante todos... ¿O es que creéis que los ojos de Pilatos son tan ciegos y sus oídos tan sordos que un peligroso conspirador podría pasar desapercibido? ¡Podría llamar vuestra lealtad hacía Roma es conmovedora! ... Por lo tanto a este hombre lo declaro ante todo el pueblo inocente, porque no encuentro en él ninguna culpa que amerite la pena de muerte, ni tampoco la encontró Herodes.

TODOS.-              Sí merece la muerte.

ANAS.-                 Toma tú, intelecto, Pilatos y haznos justicia, porque de los contrario serás responsable ante Roma y ten en cuenta que el Cesar no es insensible, a la voluntad de Judea.

ONKELOS.-          ¡Si te opones a nosotros, en uso de nuestros derechos pediremos un nuevo Procurador a Roma!

TODOS.-              Así se hará, así se hará, ¡Haznos justicia, Pilatos, queremos justicia!

PILATOS.-            (Pensativo, luego le dice a la guardia).
¡Traed a Barrabas a mí presencia!. (Esperan un rato, después traen a Barrabas y lo ponen cerca de Jesús, Pilatos lo presenta al pueblo). ¡Entre vosotros es costumbre, que Roma ve con sumo agrado, que se le conceda la libertad a un preso durante estos días de la Pascua. Por lo tanto os doy a escoger entre Libertino y acecino Barrabas y este Hombre Jesús en quien no encuentro ninguna culpa...
¿A quién queréis que de la libertad?

TODOS.-              ¡Suéltanos a Barrabas!

PILATOS.-            Y, ¿Qué hago con Jesús llamado el Cristo?

TODOS.-              ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!

PILATOS.-            No veo motivo para matar a este hombre, le castigaré y después le daré la libertad.

ANAS Y CAIFAS.- ¡No lo hagas, Pilatos! Si le das la libertad te acusaremos ante Roma y Roma te castigará.

TODOS.-              ¡Queremos la Cruz para Jesús! ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!

OTROS.-               ¡Si lo sueltas no eres amigo del Cesar! porque todo aquel que se haga Rey se revela contra el Cesar.
PILATOS.-            (Pilatos ordena). ¡Soltad a barrabas y que flagelen a Jesús!, ¡mirad! que os lo traiga afuera, para que sepáis que no encuentro en él delito alguno.
(Sale Jesús lleno de sangre -y coronado de espinas, después se los muestra) ¡Mirad aquí al Hombre!

SACERDOTES.-   ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! ¡Quítalo!

TODOS.-              ¡Quítale! ¡Crucifícale!

PILATOS.-            Tomadle vosotros y crucificadle, porque yo no encuentro en él ningún delito que merezca la muerte.

SACERDOTES.-   Nosotros los judíos, tenemos una Ley y según esa Ley, este debe morir porque se ha hecho pasar por el hijo de Dios.

PILATOS.-            (Se sienta) Se dirige a Jesús.
Dime con toda sinceridad; ¿De dónde eres tú? ... (Silencio) ¿A mí no me respondes? ... No sabes que tengo poder para soltarte y poder para condenarle...



JESÚS.-                 No tendréis ningún poder sobre mí, si no te hubiese sido dado de lo alto, por eso quien me ha entregado a ti mayor pecado tiene.

SACERDOTES.-   Si sueltas a este Hombre no eres amigo del Cesar. ¡Crucifícale!

PILATOS.-            (Preocupado) ¡Aquí tenéis a vuestro Rey! ¡Miradle!

TODOS.-              ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!    

PILATOS.-            A vuestro Rey voy a Crucificar.    

SACERDOTES.-   ¡Ya te hemos dicho que no tenemos más rey que el Cesar!. Por lo tanto si sueltas a este acudiremos a él y te acusaremos.         

TODOS.-              ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!


PILATOS.-            Cayo, traed agua.
¡Inocente soy de la muerte de este justo allá vosotros!

TODOS.-              ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

PILATOS.-            Haced con él lo que queráis. ¡Crucifícale!

SACERDOTES.-   ¡Entréganoslo para darle muerte como se merece!

PILATOS.-            La legión décima quinta comandada por el Tribuno Marcelo Galión y la Guardia Pretoriana capitaneada por el Centurión Conidio se encargará de ejecutar la sentencia... del Gólgota y nadie más debe dar órdenes. Retiraos que todo ha terminado...

(En una tablilla ahí mismo escribe en tres idiomas el letrero I. N. R. I).

SACERDOTES.-   No escribas Rey de os Judíos, si no que él dijo soy el Rey de los Judíos.

LAS FRASES EN LA CRUZ

(Mientras los soldados clavaban a Jesús en la cruz, Él decía:...)

JESÚS.-                 Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
(Los soldados echaron suerte para repartirse su vestuario).

PABLO.-               Oye, tú que destruyes al templo y lo reconstruyes en tres días, líbrate si eres hijo de Dios, baja de la cruz.

SACERDOTES.-   Ha librado a otros, pero no se puede librar a sí mismo; que ese Rey de Israel, baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios. Si Dios lo ama que lo libre puesto que el mismo decía: SOY HIJO DE DIOS.

LADRON 1.-        Así ¿Qué eres tú el Cristo? Sálvate pues y también a nosotros.

(Pero el otro le respondió diciendo:...)



LADRON 2.-        No temes a Dios, tú que estás en el mismo suplicio, nosotros lo tenemos merecido, y pagamos nuestros crímenes, pero él no ha hecho nada malo. (Sé dirige a Jesús) Jesús acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.

JESÚS.-                 En verdad te digo, que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso. (Se dirige a su Madre, que estaba acompañada por mujeres y el discípulo Juan a quien ama y dijo a su Madre).

“Mujer e ahí a tu hijo (Se dirige al discípulo) e ahí a tu Madre”.

JESÚS.-                 ELOI, ELOI. LAMA SABACTANI. (Que quiere decir: Dios mío, Dios mío. ¿Por qué me has abandonado?)

SACERDOTES.-   Está llamando a Elías.

JESÚS.-                 Tengo sed...

(Uno de ellos corrió a mojar una esponja en vino agridulce, la puso en la punta dé la caña y le ofreció de beber diciendo...

UN SOLDADO.- Déjenle, a ver si viene Elías a salvarle.

JESUS.-                 (Probó el vinagre y dijo:) Todo está consumado Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

CENTURION.-     ¡Verdaderamente que este era el hijo de Dios!


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