¿Quienes son los Padres de la Iglesia?
Los "Padres de la Iglesia" son los mas insignes pastores, generalmente obispos (no siempre), de la Iglesia de los ocho primeros siglos. Sus enseñanzas, en sentido colectivo, son consideradas por la Iglesia como fundamento indispensable de la doctrina ortodoxa cristiana. Por su cercanía a los Apóstoles nos presentan la correcta interpretación de las Sagradas Escrituras.
En palabras de San Juan Pablo II "Padres de la Iglesia se llaman con toda razón aquellos santos que, con la fuerza de la fe, con la profundidad y riqueza de sus enseñanzas, la engendraron y formaron en el transcurso de los primeros siglos", (Carta Apostólica Patres Ecclesiae, publicada el año 1980 con ocasión del 16º centenario de la muerte de san Basilio).
Ellos nos transmiten, con sus comentarios y escritos, la doctrina viva que predicó Jesucristo, transmitida sin interrupción por los Apóstoles a sus sucesores, los obispos. Por su cercanía a aquel tiempo, el testimonio de los Padres goza de especial valor.
Hagamos una analogía. Cuando en un caso judicial se buscan testigos es porque se quiere escuchar a la gente que más cerca estuvo de la acción. Esto es así porque son los que mejor perspectiva han tenido de la realidad del hecho que se investiga y su percepción está más libre de errores que las de otros que vieron el hecho muy de lejos o que solamente escucharon hablar de él. Lo mismo pasa con los Padres de la Iglesia para los católicos. Los Padres de la Iglesia son cristianos que vivieron junto a los apóstoles formando parte de la primera generación de cristianos por eso los católicos entendemos que ellos son muy buenos testigos de la fe y que su forma de interpretar la Escritura está necesariamente en línea con lo que Jesús y los Apóstoles enseñaron; es improbable que su interpretación de la Escritura estuviera distorsionada. Tan sincero es su testimonio que la gran mayoría de ellos murieron martirizados.
Los cuatro principales criterios para ser reconocido como "Padre de la Iglesia":antigüedad, ortodoxia, santidad, aprobación de la Iglesia. No todos los escritos de los Padres son ortodoxos sino solo aquellos en los que hay común acuerdo entre ellos. (Ej.: Orígenes y Tertuliano cayeron en serios errores pero no se niega el valor de sus obras anteriores.) El Papa Gelasio (Pontificado: 492-496) hizo una lista de autores aprobados que contiene las "obras de los santos Padres aceptadas por la Iglesia"
Los Padres se distinguen entre griegos (procedentes del Este) y latinos (del Occidente). Generalmente se considera que el último de los Padres latinos es Isidoro de Sevilla (560-636) y el último de los Padres del griegos es San Juan Damasceno (675-749).
La palabra Padre
En el uso de la Biblia y de la antigüedad cristiana, la palabra "Padre" se aplicaba en un sentido espiritual a los maestros.
San Pablo dice a los Corintios: "Aunque tengáis diez mil preceptores en Cristo, no teneis muchos padres, porque sólo yo os he engendrado en Jesucristo por medio del Evangelio" [1]. Y San Ireneo de Lyon: "Cuando alguien recibe la enseñanza de labios de otro, es llamado hijo de aquél que le instruye, y éste, a su vez, es llamado padre suyo" [2]. Como el oficio de enseñar incumbía a los obispos, el título de "Padre" fue aplicado originariamente a ellos.
Coincidiendo con las controversias doctrinales del siglo IV, el concepto de "Padre" se amplía bastante. Sobre todo, el nombre se usa en plural -"los Padres", "los Padres antiguos", "los Santos Padres"-, y se reserva para designar a un grupo más o menos circunscrito de personajes eclesiásticos pertenecientes al pasado, cuya autoridad es decisiva en materia de doctrina. Lo verdaderamente importante no es la afirmación hecha por uno u otro aisladamente, sino la concordancia de varios en algún punto de la doctrina católica. En este sentido, el pensamiento de los obispos reunidos en el Concilio de Nicea, primero de los Concilios ecuménicos (año 325), adquiere enseguida un valor y una autoridad muy especiales: es preciso concordar con ellos para mantenerse en la comunión de la Iglesia Católica. Refiriéndose a los Padres de Nicea, San Basilio escribe: "Lo que nosotros enseñamos no es el resultado de nuestras reflexiones personales, sino lo que hemos aprendido de los Santos Padres" [3]. A partir del siglo V, el recurrir a "los Padres" se convierte en argumento que zanja las controversias.
Al estudio de los Padres se le llama "Patrística" (cuando el estudio se centra en la doctrina) y "Patrología" (cuando se centra en la vida personal)
Padres Apostólicos: Estos son los Padres de la Iglesia que fueron discípulos directos de alguno de los Apóstoles. También se otorga este título a los Padres (siglo I, II) que constituyen un eslabón entre el Nuevo Testamento y los apologistas del segundo siglo. Los escritos de los Padres Apostólicos son considerados como un eco de la enseñanza de los Apóstoles. Ejemplo: San Ignacio de Antioquía.
Padres de la Iglesia:
PADRES LATINOS
- San Ambrosio, Obispo de Milán (340-397)
- Arnobius, apologista (327)
- San Agustín, Obispo de Hippo (354-430)
- San Benito, Padre del Monasticismo Occidental (480-546)
- San Cesáreo, Arzobispo de Arles (470-542)
- San Juan Casiano, abad, escritor ascético (360-435)
- San Celestino I, Papa (m. 432)
- San Cornelio, Papa (m. 252)
- San Cipriano, Obispo de Cartago (m. 258)
- San Dámaso I, Papa (m. 384)
- San Dionisio, Papa (m. 268)
- San Enodio, Obispo de Pavia (473-521)
- San Euquerio, Obispo de Lyon (d. 449)
- San Fulgencio, Obispo de Ruspe (468-532)
- San Gregorio de Elvira (m. después del 392)
- San Gregorio Magno, Papa (540-604)
- San Hilario, Obispo de Poitiers (315-68)
- San Inocencio I, Papa (m. 417)
- San Ireneo, Obispo de Lyons (130-200)
- San Isidoro, Arzobispo de Sevilla (560-636)
- San Jerónimo, sacerdote, exegeta, traductor de la Vulgata. (343-420)
- Lactancio Firmianus, apologista (240-320)
- San León Magno, Papa (390-461)
- Mario Mercator, (principios del siglo V)
- Mario Victorinus, romano (siglo IV)
- Minucio Felix, apologista (siglo II o III)
- Novatiano, el Sismático (200-62)
- San Optato, Obispo de Milevi (finales del siglo IV)
- Orígenes (185ca. -254)
- San Paciano, Obispo de Barcelona (siglo IV)
- San Pánfilo, sacerdote (240-309)
- San Paulino, Obispo de Nola (353-431)
- San Pedro Crisólogo, Arzobispo de Ravenna (400-50)
- San Febadio, Obispo de Agen (m. 395)
- San Próspero de Aquitaine, teólogo (390-463)
- Rufino, traductor al latín de la teología griega (345-410)
- Salvian, sacerdote (400-480)
- San Siricio, Papa (334-399)
- Tertuliano, apologista, fundador de la teología latina (160-223)
- San Vicente de Lérins, sacerdote, monje (m. 450)
PADRES GRIEGOS
- San Anastasio Sinaita, apologista, monje (m. 700)
- San Andrés de Creta, Arzobispo de Gortyna (660-740)
- Afrates, monje sirio (siglo IV)
- San Arquelao, Obispo de Cascar (m.. 282)
- San Atanasio, Arzobispo de Alejandria (c. 297-373)
- Atenágoras, apologista (siglo II)
- San Basilio Magno, Arzobispo de Cesarea (329-379)
- San Cesario de Nazianzo (330-369)
- San Clemente de Alejandría, teólogo (150-215)
- San Clemente Romano, Papa (88-97)
- San Cirilo, Obispo de Jerusalén (315-86)
- San Cirilo, Patriarca de Alejandría (376-444)
- Didimus el ciego; teólogo (313-98)
- Diodoro, Obispo de Tarsus (m. 392)
- Dionisio el PseudoAreopagita, teólogo místico (finales del siglo V)
- San Dionisio el Grande, Arzobispo de Alejandría (190-264)
- San Epifanio, Obispo de Salamina (315-403)
- Eusebio, Obispo de Cesarea (260-340)
- San Eustaquio, Obispo de Antioquía (siglo IV)
- San Firmiliano, Obispo de Cesarea (m. 268)
- Genadio I, Patriarca de Constantinopla (m. 471)
- San Germán, Patriarca de Constantinopla (634-733)
- San Gregorio Nacianceno, Obispo de Sasima (329-390)
- San Gregorio de Nisa (330-95)
- San Gregorio Taumaturgo, Obispo de Neocesarea (213-270)
- Hermas, autor de El Pastor (siglo II)
- San Hipólito, mártir (170-236)
- San Ignacio de Antioquía (35-107)
- San Isidoro de Pelusio, Abad (360-c. 450)
- San Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla (347-407)
- San Juan Clímaco, monje (579-649)
- San Juan Damasceno, defensor de las imágenes sagradas (675-749)
- San Julio I, Papa (m. 352)
Los Padres y la Iglesia
Algunos critican la aplicación de la enseñanza de los Padres de la Iglesia a la interpretación de la Escritura diciendo que ellos solamente son seres humanos y la Biblia es divina por lo tanto es una mejor fuente. El catolicismo está muy de acuerdo en que los Padres son seres humanos y la Biblia es divina. Sin embargo cuando estos Padres de la Iglesia vivieron todavía no existía la Biblia como tal y, de hecho, Dios usó a varios de ellos para darle forma a la Biblia tal como hoy la conocemos.
Los católicos sentimos que los Padres de la Iglesia tuvieron una excelente perspectiva tanto de los hechos relatados en el NT como de la vivencia de las primeras comunidades cristianas que hacen que su interpretación de la Biblia y enseñanzas, si bien "humanas" sean extremadamente confiables. ¿No tendrían ellos acaso una mejor perspectiva de la realidad de las primeras comunidades cristianas que alguien que fundó una iglesia o alguna corriente en el siglo XVIII reclamando que su modo es el que corresponde al de la iglesia del NT?
¿Sabías que El canon o lista de libros sagrados del AT y NT que conforman la Biblia y conceptos que todos los cristianos compartimos como la Trinidad y la doble naturaleza humana y divina de Cristo fueron desarrollados por los Padres de la Iglesia entre los siglos III al V D.C.?
Algunos opinan que no debemos recurrir a los Padres de la Iglesia ya la Biblia se explica por sí sola. El Reformismo en sí mismo prueba lo erróneo de este postulado. Hay docenas de pasajes bíblicos que presentan conflicto de interpretación; estos conflictos dan origen a interpretaciones diversas, a veces diametralmente opuestas y estas diversas interpretaciones a su vez determinan a diario el surgimiento de nuevas denominaciones y grupos. Es cierto que todos interpretamos la Escritura con la ayuda del Espíritu Santo cuando agarramos nuestra Biblia y muchas veces el Espíritu nos ilumina cuando la estudiamos pero... la gran mayoría de las posiciones en conflicto en la interpretación dentro de la reforma protestante reclaman ser revelación del Espíritu Santo y con eso hay un problema: ¡El Espíritu Santo no se puede contradecir a sí mismo! Hay un solo Espíritu y una sola verdad que el Espíritu revela... parece claro que los hechos prueban que la Escritura no se interpreta a sí misma.
Dios y la Santísima Virgen los bendiga siempre.
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