CAPITULO I
(LINEAMIENTOS DE PASTORAL
PENITENCIARIA)
PRINCIPIOS CARISMÁTICOS
PRINCIPIOS CARISMÁTICOS
1.- La Orden de la Merced ratifica su misión
carismática dentro de la Iglesia, ofreciendo el testimonio de la misericordia
de Dios a favor de los privados de la libertad.
Definiciones según la RAE
Misericordia, perdón.
Misericordia: Virtud
que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos.
Misión: (Del lat.
missĭo, -ōnis), Acción de enviar.
1.
Poder,
facultad que se da a alguien de ir a desempeñar algún cometido.
2.
Salida
o peregrinación que hacen los religiosos y varones apostólicos de pueblo en
pueblo o de provincia en provincia, o a otras naciones, predicando el
Evangelio.
Carismática:
relacionada con carisma
Carisma: (Del lat.
charisma, y este del gr. χάρισμα, de χαρίζεσθαι, agradar, hacer favores).
1.
m.
Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.
2.
m.
Rel. Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la
comunidad.
Carisma según el catecismo:
SEGUNDA
SECCION
LA
PROFESION DE LA FE CRISTIANA (CREDO)
LOS
SIMBOLOS DE LA FE
CAPITULO TERCERO: CREO EN EL
ESPIRITU SANTO
Articulo 9 “CREO EN LA SANTA IGLESIA
CATOLICA”
Párrafo 2 LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS,
CUERPO DE CRISTO, TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO
III LA IGLESIA, TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO
797 "Quod est spiritus noster, id est anima
nostra, ad membra nostra, hoc est Spiritus Sanctus ad membra Christi, ad corpus
Christi, quod est Ecclesia" ("Lo que nuestro espíritu, es decir,
nuestra alma, es para nuestros miembros, eso mismo es el Espíritu Santo para
los miembros de Cristo, para el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia") (San
Agustín, serm. 267, 4). "A este Espíritu de Cristo, como a principio
invisible, ha de atribuirse también el que todas
las partes del cuerpo estén íntimamente unidas, tanto entre sí como con su excelsa Cabeza, puesto que está todo él en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno de los miembros" (Pío XII:
"Mystici Corporis": DS 3808). El Espíritu Santo hace de la Iglesia
"el Templo del Dios vivo" (2 Co 6, 16; cf. 1 Co 3, 16-17;Ef 2,21):
En efecto, es a la misma Iglesia, a
la que ha sido confiado el "Don de Dios ...Es en ella donde se ha
depositado la comunión con Cristo, es decir el Espíritu Santo, arras de la
incorruptibilidad, confirmación de nuestra fe y
escala de nuestra ascensión hacia Dios ...Porque allí donde está la
Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios; y allí donde está el Espíritu de Dios, está la Iglesia y toda gracia.
(San Ireneo, haer. 3, 24, 1).
798 El Espíritu Santo es "el principio de
toda acción vital y verdaderamente saludable en todas las partes del
cuerpo" (Pío XII, "Mystici Corporis": DS 3808). Actúa de múltiples maneras en la
edificación de todo el Cuerpo en la caridad(cf. Ef 4, 16): por la Palabra
de Dios, "que tiene el poder de construir el edificio" (Hch 20, 32),
por el Bautismo mediante el cual forma el Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12, 13);
por los sacramentos que hacen crecer y curan a los miembros de Cristo; por
"la gracia concedida a los apóstoles" que "entre estos dones
destaca" (LG 7), por las virtudes que hacen obrar según el bien, y por las múltiples gracias especiales
[llamadas "carismas"] mediante
las cuales los fieles quedan "preparados y dispuestos a asumir diversas
tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir más y más la
Iglesia" (LG 12; cf. AA 3).
Los carismas
799 Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen directa o indirectamente,
una utilidad eclesial; los carismas
están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las
necesidades del mundo.
800 Los
carismas se han de acoger con reconocimiento por el que los recibe, y también por todos los miembros de la
Iglesia. En efecto, son una maravillosa riqueza de gracia para la vitalidad
apostólica y para la santidad de todo
el Cuerpo de Cristo; los carismas
constituyen tal riqueza siempre que se trate de dones que provienen
verdaderamente del Espíritu Santo y que se ejerzan de modo plenamente conforme
a los impulsos auténticos de este mismo Espíritu, es decir, según la
caridad, verdadera medida de los carismas (cf. 1 Co 13).
801 Por esta razón aparece siempre necesario el
discernimiento de carismas. Ningún
carisma dispensa* de la referencia y de
la sumisión a los Pastores de la Iglesia. "A ellos compete sobre
todo no apagar el Espíritu, sino examinarlo todo y quedarse con lo bueno"
(LG 12), a fin de que todos los carismas cooperen, en su diversidad y
complementariedad, al "bien común" (cf. 1 Co 12, 7) (cf. LG 30;
CL, 24).
*Dispensa según la RAE: proviene de dispensar
Dispensar:
Dar, conceder, otorgar, distribuir.
Párrafo 5 LA
COMUNION DE LOS SANTOS
I LA
COMUNION DE LOS BIENES ESPIRITUALES
951 La comunión de los carismas: En la comunión
de la Iglesia, el Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los fieles" para la
edificación de la Iglesia (LG 12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la
manifestación del Espíritu para provecho común" (1 Co 12, 7).
PRIMERA SECCION: LA ECONOMIA
SACRAMENTAL
II LA
LIBERTAD HUMANA EN LA ECONOMIA DE LA SALVACION
CAPITULO TERCERO: LA SALVACION DE
DIOS: LA LEY Y LA GRACIA
Artículo 2 GRACIA Y JUSTIFICACION
I LA
JUSTIFICACION
1989 La
primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la
justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del evangelio:
"Convertíos porque el Reino de los Cielos está cerca" (Mt 4,17).
Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado,
acogiendo así el perdón y la justicia de lo alto. "La justificación
entraña, por tanto, el perdón de los pecados, la santificación y la renovación
del hombre interior (Cc. de Trento: DS 1528).
1991 La
justificación es al mismo tiempo la acogida de la justicia de Dios por la fe en
Jesucristo. La justicia designa aquí la rectitud del amor divino. Con la
justificación son difundidas en nuestros corazones la fe, la esperanza y la
caridad, y nos es concedida la obediencia a la voluntad divina.
1992 La
justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se ofreció en la
cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser
instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres. La
justificación es concedida por el bautismo, sacramento de la fe. Nos conforma a
la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de su
misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de Cristo, y el don de la vida
eterna (cf Cc. de Trento: DS 1529):
Pero
ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado,
atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en
Jesucristo, para todos los que creen -pues no hay diferencia alguna; todos
pecaron y están privados de la gloria de Dios- y son justificados por el don de
su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien Dios
exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe,
para mostrar su justicia, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente,
en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el
tiempo presente, para ser él justo y justificador del que cree en Jesús (Rm
3,21-26).
1993 La
justificación establece la colaboración entre la gracia de Dios y la libertad
del hombre. Por parte del hombre se expresa en el asentimiento de la fe a la
Palabra de Dios que lo invita a la conversión, y en la cooperación de la
caridad al impulso del Espíritu Santo que lo previene y lo guarda:
Cuando Dios toca el corazón del hombre
mediante la iluminación del Espíritu Santo, el hombre no está sin hacer nada al
recibir esta inspiración, que por otra parte puede rechazar; y, sin embargo,
sin la gracia de Dios, tampoco puede dirigirse, por su voluntad libre, hacia la
justicia delante de él (Cc. de Trento: DS 1525).
1994 La
justificación es la obra más excelente del amor de Dios, manifestado en Cristo
Jesús y concedido por el Espíritu Santo. S. Agustín afirma que "la
justificación del impío es una obra más grande que la creación del cielo y de
la tierra", porque "el cielo y la tierra pasarán, mientras la
salvación y la justificación de los elegidos permanecerán" (ev. Jo. 72,3).
Dice incluso que la justificación de los pecadores supera a la creación de los
ángeles en la justicia porque manifiesta una misericordia mayor.
1995 El
Espíritu Santo es el maestro interior. Haciendo nacer al "hombre
interior" (Rm 7,22; Ef 3,16), la justificación implica la santificación de
todo el ser:
Si
en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al
desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la
santidad...al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para
la santidad; y el fin, la vida eterna (Rm 6, 19.22).
II LA
GRACIA
2003 La
gracia es primera y principalmente el don del Espíritu que nos justifica y nos
santifica. Pero la gracia comprende también los dones que el Espíritu Santo
nos concede para asociarnos a su obra, para hacernos capaces de colaborar a la
salvación de los otros y al crecimiento del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Estas
son las gracias sacramentales, dones propios de los distintos sacramentos. Son
además las gracias especiales, llamadas también "carismas", según el
término griego empleado por S. Pablo, y que significa favor, don gratuito,
beneficio (cf LG 12). Cualquiera que sea su carácter, a veces extraordinario,
como el don de milagros o de lenguas, los
carismas están ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien
común de la Iglesia. Están al servicio de la caridad, que edifica la Iglesia
(cf 1 Co 12).
2021 La gracia es el auxilio que Dios nos da para
responder a nuestra vocación de llegar a ser sus hijos adoptivos. Nos introduce en la intimidad de la vida
trinitaria.
2022 La iniciativa divina en la obra de la gracia
previene, prepara y suscita la respuesta libre del hombre. La gracia responde a
las aspiraciones profundas de la libertad humana; llama al hombre a cooperar
con ella y la perfecciona.
2023 La
gracia santificante es el don gratuito que Dios nos hace de su vida, infundida
por el Espíritu Santo en nuestra alma para curarla del pecado y santificarla.
2024 La
gracia santificante nos hace "agradables a Dios". Los carismas,
gracias especiales del Espíritu Santo, están ordenados a la gracia santificante
y tienen por fin el bien común de la Iglesia. Dios actúa así mediante gracias
actuales múltiples que se distinguen de la gracia habitual, permanente en
nosotros.
2025 El hombre no tiene, por sí mismo, mérito
ante Dios sino como consecuencia del libre designio divino de asociarlo a la
obra de su gracia. El mérito pertenece a la gracia de Dios en primer lugar, y a
la colaboración del hombre en segundo lugar. El mérito del hombre recae en Dios.
2026 La gracia del Espíritu Santo, en virtud de
nuestra filiación adoptiva, puede conferirnos un verdadero mérito según la
justicia gratuita de Dios. La caridad es
en nosotros la fuente principal del mérito ante Dios.
2027 Nadie puede merecer la gracia primera que
está en el inicio de la conversión. Bajo la moción del Espíritu Santo podemos
merecer en favor nuestro y de los demás todas las gracias útiles para llegar a
la vida eterna, como también los necesarios bienes temporales.
2028 "Todos los fieles...son llamados a la
plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (LG 40).
"La perfección cristiana sólo tiene un límite: el de no tener límite"
(S. Gregorio de Nisa, v. Mos.).
2029 "Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y
sígame" (Mt 16,24).
I VIDA MORAL Y MAGISTERIO DE LA IGLESIA
2035 El grado supremo de la participación en la
autoridad de Cristo está asegurado por el carisma de la infalibilidad. Esta se
extiende a todo el depósito de la revelación divina (cf LG 25); se extiende
también a todos los elementos de doctrina, comprendida la moral, sin los cuales
las verdades salvíficas de la fe no pueden ser guardadas, expuestas u
observadas (cf CDF, decl. "Mysterium ecclesiae" 3).
2684 En la comunión de los santos, se han
desarrollado diversas espiritualidades a lo largo de la historia de la Iglesia.
El carisma personal de un testigo
del amor de Dios hacia los hombres, por ejemplo el "espíritu" de
Elías a Eliseo (cf 2 R 2, 9) y a Juan Bautista (cf Lc 1, 17), ha podido transmitirse para que unos
discípulos tengan parte en ese espíritu (cf PC 2). En la confluencia de
corrientes litúrgicas y teológicas se encuentra también una espiritualidad que
muestra cómo el espíritu de oración incultura la fe en un ámbito humano y en su
historia. Las diversas espiritualidades cristianas participan en la tradición
viva de la oración y son guías indispensables para los fieles. En su rica
diversidad, reflejan la pura y única Luz del Espíritu Santo.
"El Espíritu es verdaderamente el lugar de los santos,
y el santo es para el Espíritu un lugar propio, ya que se ofrece a habitar con
Dios y es llamado su templo" (San Basilio, Spir. 26, 62).
2.- El testimonio de Nuestro Padre San Pedro
Nolasco (su carisma personal que es imitar a Cristo en la Cruz dando la vida
por sus hermanos) nos confronta a:
- Ofrecer
nuestro carisma en el mundo de las prisiones.
" estar dispuestos a entregarse como rehenes y dar la vida, si fuese
necesario, por el cautivo en peligro de perder su fe".
Artículo 3 "JESUCRISTO
FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPIRITU SANTO Y NACIO DE SANTA MARIA
VIRGEN"
Párrafo 1 EL HIJO
DE DIOS SE HIZO HOMBRE
I POR QUE EL VERBO SE HIZO CARNE
457 El Verbo se
encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos
envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4,
10)."El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1 Jn 4,
14). "El se manifestó para quitar los pecados" (1 Jn 3, 5):
Nuestra
naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser
resucitada. Habíamos perdida la posesión del bien, era necesario que se nos
devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara la luz;
estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos,
un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían
conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana
para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y
tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa, or. catech. 15).
459 El Verbo se
encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi
yugo, y aprended de mí ... "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad
y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el
monte de la transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7;cf. Dt 6,
4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley
nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12).
Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8,
34).
- Presentándolo
como abogado y amigo de los Privados de la Libertad.
3.- La realidad actual debe llevarnos a
ratificar nuestro compromiso con la Iglesia y la sociedad en la fidelidad de
nuestro carisma originario
4.- Los mercedarios hemos descubierto que las
nuevas formas de cautividad constituyen el campo propio de la misión y cuarto
voto mercedarios, se dan allí donde hay una situación social en que ocurren las
siguientes condiciones:
1) Es opresora y
degradante de la persona humana.
2) Nace de principios y
sistemas opuestos al evangelio.
3) Pone en peligro la
fe de los cristianos.
4) Ofrece la posibilidad de ayudar,
visitar y redimir a las personas que se encuentran dentro de ella
5.- Las acciones y los gestos en clave liberadora
que los mercedarios ofrecemos en los centros penitenciarios, brotan como un don
de Dios Trinitario que en Jesucristo se hace historia y ofrece un camino
abierto de humanidad nueva y liberada de toda esclavitud.
6.- Los Mercedarios descubrimos desde el
principio por la figura maternal de la Virgen María promotora de la obra de su
Hijo Jesús, venerándola con el título de la Merced, asumimos nuestro compromiso
carismático en los centros penitenciarios y la presentamos como Patrona
Universal de los privados de la libertad y de las instituciones penitenciarias.
2.- El testimonio de Nuestro Padre San Pedro
Nolasco (su carisma personal que es imitar a Cristo en la Cruz dando la vida
por sus hermanos) nos confronta a:
- Ofrecer
nuestro carisma en el mundo de las prisiones.
“estar dispuestos a entregarse como rehenes y dar la vida, si fuese
necesario, por el cautivo en peligro de perder su fe".
- Presentándolo
como abogado y amigo de los Privados de la Libertad.
2684 En la comunión de los santos, se han
desarrollado diversas espiritualidades a lo largo de la historia de la Iglesia.
El carisma personal de un testigo
del amor de Dios hacia los hombres, por ejemplo el "espíritu" de
Elías a Eliseo (cf 2 R 2, 9) y a Juan Bautista (cf Lc 1, 17), ha podido transmitirse para que unos
discípulos tengan parte en ese espíritu (cf PC 2). En la confluencia de
corrientes litúrgicas y teológicas se encuentra también una espiritualidad que
muestra cómo el espíritu de oración incultura la fe en un ámbito humano y en su
historia. Las diversas espiritualidades cristianas participan en la tradición
viva de la oración y son guías indispensables para los fieles. En su rica
diversidad, reflejan la pura y única Luz del Espíritu Santo.
"El Espíritu es verdaderamente el lugar de los santos,
y el santo es para el Espíritu un lugar propio, ya que se ofrece a habitar con
Dios y es llamado su templo" (San Basilio, Spir. 26, 62).
3.- La realidad actual debe llevarnos a
ratificar nuestro compromiso con la Iglesia y la sociedad en la fidelidad de
nuestro carisma originario
1102 "La fe se suscita en el corazón de los
no creyentes y se alimenta en el corazón de los creyentes con la palabra de la
salvación. Con la fe empieza y se desarrolla la comunidad de los
creyentes" (PO 4). El anuncio de la Palabra de Dios no se reduce a una enseñanza:
exige la respuesta de fe, como consentimiento y compromiso, con miras a la
Alianza entre Dios y su pueblo. Es también el Espíritu Santo quien da la gracia
de la fe, la fortalece y la hace crecer en la comunidad. La asamblea litúrgica
es ante todo comunión en la fe.
1190 La Liturgia de la Palabra es una parte
integrante de la celebración. El sentido de la celebración es expresado por la
Palabra de Dios que es anunciada y por el compromiso de la fe que responde a
ella.
1397 La Eucaristía entraña un compromiso en favor
de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo
entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus
hermanos (cf Mt 25,40):
Has gustado la sangre del Señor y
no reconoces a tu hermano. Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir
tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en esta mesa. Dios te ha
liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no te has
hecho más misericordioso (S. Juan Crisóstomo, hom. in 1 Co 27,4).
4.- Los mercedarios hemos descubierto que las
nuevas formas de cautividad constituyen el campo propio de la misión y cuarto
voto mercedarios, se dan allí donde hay una situación social en que ocurren las
siguientes condiciones:
1) Es opresora y
degradante de la persona humana.
1913 La participación es el compromiso
voluntario y generoso de la persona en las tareas sociales. Es necesario que
todos participen, cada uno según el lugar que ocupa y el papel que desempeña,
en promover el bien común. Este deber es inherente a la dignidad de la persona
humana.
2) Nace de principios y
sistemas opuestos al evangelio.
635 Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la
muerte (cf. Mt 12, 40; Rm 10, 7; Ef 4,
9) para "que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan
vivan" (Jn 5, 25). Jesús, "el Príncipe de la vida" (Hch 3, 15)
aniquiló "mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo y
libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a
esclavitud "(Hb 2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado "tiene las
llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1, 18) y "al nombre de Jesús
toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Flp 2,
10).
Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y
una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra ha temblado
y se ha calmado porque Dios se ha dormido en la carne y ha ido a despertar a
los que dormían desde hacía siglos ... Va a buscar a Adán, nuestro primer
Padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a todos los que se encuentran en las tinieblas y a la
sombra de la muerte. Va para liberar de sus dolores a Adán encadenado y a Eva,
cautiva con él, El que es al mismo tiempo su Dios y su Hijo...'Yo soy tu Dios y
por tu causa he sido hecho tu Hijo. Levántate, tú que dormías porque no te he
creado para que permanezcas aquí encadenado en el infierno. Levántate de entre
los muertos, yo soy la vida de los muertos (Antigua homilía para el Sábado
Santo).
714 Por
eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de
Isaías (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2):
El
Espíritu del Señor está sobre mí,
porque
me ha ungido.
Me
ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva,
a proclamar la liberación a los cautivos
y
la vista a los ciegos,
para
dar la libertad a los oprimidos
y
proclamar un año de gracia del Señor.
3) Pone en peligro la fe de los cristianos.
428 El que está llamado a "enseñar a
Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que
es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las
cosas ... para ganar a Cristo, y ser hallado en él" y "conocerle a
él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta
hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de
entre los muertos" (Flp 3, 8-11).
429 De este conocimiento amoroso de Cristo es de
donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a
otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir
la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden
del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales títulos de
Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (Artículo 2). El Símbolo
confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de
su encarnación (Artículo 3), los de su Pascua (Artículos 4 y 5), y, por último,
los de su glorificación (Artículos 6 y 7).
1034 Jesús habla con frecuencia de la
"gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5,22.29;
13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan
creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf.
Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles
que recogerán a todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno
ardiendo" (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos
de Mí malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41).
4) Ofrece la posibilidad de ayudar, visitar y
redimir a las personas que se encuentran dentro de ella
618 La Cruz es el único sacrificio de Cristo
"único mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2, 5). Pero, porque
en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con todo
hombre" (GS 22, 2), él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la
forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual" (GS 22,
5). El llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16,
24) porque él "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus
huellas" (1 P 2, 21). El quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor
a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios(cf. Mc 10, 39; Jn 21,
18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más
íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35):
Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde
subir al cielo
(Sta. Rosa de Lima, vida)
1019 Jesús, el Hijo de Dios, sufrió libremente la
muerte por nosotros en una sumisión total y libre a la voluntad de Dios, su
Padre. Por su muerte venció a la muerte, abriendo así a todos los hombres la
posibilidad de la salvación.
1260 "Cristo murió por todos y la vocación
última del hombre en realmente una sola, es decir, la vocación divina. En
consecuencia, debemos mantener que el Espíritu Santo ofrece a todos la
posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, se asocien a este
misterio pascual" (GS 22; cf LG 16; AG 7). Todo hombre que, ignorando el
evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad y hace la voluntad de Dios según
él la conoce, puede ser salvado. Se puede suponer que semejantes personas
habrían deseado explícitamente el Bautismo si hubiesen conocido su necesidad.
1351 Desde el principio, junto con el pan y el vino
para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para
compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta (cf 1
Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre
para enriquecernos (cf 2 Co 8,9):
Los que son ricos y lo desean, cada
uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que
preside, y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra
causa priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre
a todos los que están en necesidad (S. Justino, apol. 1, 67,6).
1368 La Eucaristía es igualmente el sacrificio de
la Iglesia. La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda de
su Cabeza. Con él, ella se ofrece totalmente. Se une a su intercesión ante el
Padre por todos los hombres. En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es
también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su
alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a
su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo,
presente sobre el altar, da a todas alas generaciones de cristianos la
posibilidad de unirse a su ofrenda.
En las catacumbas, la Iglesia es con
frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en
actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por él,
con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres.
1709 El que cree en Cristo se hace hijo de Dios.
Esta adopción filial lo transforma dándole la posibilidad de seguir el ejemplo
de Cristo. Le hace capaz de obrar rectamente y de practicar el bien. En la
unión con su Salvador el discípulo alcanza la perfección de la caridad, la
santidad. La vida moral, madurada en la gracia, culmina en vida eterna, en la
gloria del cielo.
5.- Las acciones y los gestos en clave liberadora
que los mercedarios ofrecemos en los centros penitenciarios, brotan como un don
de Dios Trinitario que en Jesucristo se hace historia y ofrece un camino
abierto de humanidad nueva y liberada de toda esclavitud.
253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses
sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Cc.
Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la
única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre
es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el
Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por
naturaleza" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres
personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza
divina" (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 804).
254 Las personas divinas son realmente distintas
entre si. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71).
"Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente
nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos
entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el
Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el
Padre o el Hijo" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre
sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo
quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede" (Cc. Letrán IV,
año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina.
255 Las personas divinas son relativas unas a
otras. La distinción real de las personas entre sí, porque no divide la unidad
divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras:
"En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo,
el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando
se habla de estas tres personas considerando las relaciones se cree en una sola
naturaleza o substancia" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto,
"todo es uno (en ellos) donde no existe
oposición de relación" (Cc. de Florencia, año 1442: DS 1330).
"A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el
Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el
Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Cc. de Florencia
1442: DS 1331).
258 Toda la economía divina es la obra común de
las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una
sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación (cf. Cc.
de Constantinopla, año 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio"
(Cc. de Florencia, año 1442: DS 1331).
Sin embargo, cada persona divina realiza la obra común según su
propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf.
1 Co 8,6): "uno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo
el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y uno el Espíritu Santo en
quien son todas las cosas (Cc. de Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo,
las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo
las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.
259 Toda la economía divina, obra a la vez común y
personal, da a conocer la propiedad de las personas divinas y su naturaleza
única. Así, toda la vida cristiana es comunión con cada una de las personas
divinas, sin separarlas de ningún modo. El que da gloria al Padre lo hace por
el Hijo en el Espíritu Santo; el que sigue a Cristo, lo hace porque el Padre lo
atrae (cf. Jn 6,44) y el Espíritu lo mueve (cf. Rom 8,14).
260 El fin último de toda la economía divina es la
entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad
(cf. Jn 17,21-23). Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la
Santísima Trinidad: "Si alguno me ama -dice el Señor- guardará mi Palabra,
y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él" (Jn 14,23).
294 La gloria de Dios consiste en que se realice
esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha
sido creado. Hacer de nosotros "hijos adoptivos por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia" (Ef 1,5-6): "Porque
la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visión de Dios:
si ya la revelación de Dios por la creación procuró la vida a todos los seres
que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo
procurará la vida a los que ven a Dios" (S. Ireneo, haer. 4,20,7). El fin
último de la creación es que Dios , "Creador de todos los seres, se hace
por fin `todo en todas las cosas' (1 Co 15,28), procurando al mismo tiempo su
gloria y nuestra felicidad" (AG 2).
395 Sin embargo, el poder de Satán no es infinito.
No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero
siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque
Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque
su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso
de naturaleza física-en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida
por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del
hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran
misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios
para bien de los que le aman" (Rm 8,28)
457 El Verbo se encarnó para salvarnos
reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10)."El Padre envió a su
Hijo para ser salvador del mundo" (1 Jn 4, 14). "El se manifestó para
quitar los pecados" (1 Jn 3, 5):
Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada,
ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdida la posesión del
bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía
falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador;
prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos
razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar
hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se
encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (San Gregorio de Nisa,
or. catech. 15).
459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de
santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí ... "(Mt
11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino
por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguración, ordena:
"Escuchadle" (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de
las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los
otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia
la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).
426 "En el centro de la catequesis
encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del
Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive
para siempre con nosotros... Catequizar es ... descubrir en la Persona de
Cristo el designio eterno de Dios... Se trata de procurar comprender el
significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados
por El mismo" (CT 5). El fin de la catequesis: "conducir a la
comunión con Jesucristo: sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el
Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad". (ibid.).
427 "En la catequesis lo que se enseña es a
Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a El;
el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es
portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca... Todo catequista
debería poder aplicarse a sí mismo la misteriosa palabra de Jesús: 'Mi doctrina
no es mía, sino del que me ha enviado' (Jn 7, 16)" (ibid., 6)
428 El que está llamado a "enseñar a
Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que
es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las
cosas ... para ganar a Cristo, y ser hallado en él" y "conocerle a
él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta
hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de
entre los muertos" (Flp 3, 8-11).
429 De este conocimiento amoroso de Cristo es de
donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a
otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace
sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo
el orden del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales
títulos de Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (Artículo 2). El Símbolo
confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de
su encarnación (Artículo 3), los de su Pascua (Artículos 4 y 5), y, por último,
los de su glorificación (Artículos 6 y 7).
430 Jesús quiere decir en hebreo: "Dios
salva". En el momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio como
nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su misión
(cf. Lc 1, 31). Ya que "¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo
Dios?"(Mc 2, 7), es él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre
"salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios
recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.
436 Cristo viene de la traducción griega del
término hebreo "Mesías" que quiere decir "ungido". No pasa
a ser nombre propio de Jesús sino porque él cumple perfectamente la misión
divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el
nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido
de él. Este era el caso de los reyes (cf. 1 S 9, 16; 10, 1; 16, 1. 12-13; 1 R
1, 39), de los sacerdotes (cf. Ex 29, 7; Lv 8, 12) y, excepcionalmente, de los
profetas (cf. 1 R 19, 16). Este debía ser por excelencia el caso del Mesías que
Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino (cf. Sal 2, 2; Hch 4,
26-27). El Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor (cf. Is 11, 2) a
la vez como rey y sacerdote (cf. Za 4, 14; 6, 13) pero también como profeta
(cf. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en
su triple función de sacerdote, profeta y rey.
6.- Los Mercedarios descubrimos desde el
principio por la figura maternal de la Virgen María promotora de la obra de su
Hijo Jesús, venerándola con el título de la Merced, asumimos nuestro compromiso
carismático en los centros penitenciarios y la presentamos como Patrona
Universal de los privados de la libertad y de las instituciones penitenciarias.
6.- El carisma de la Orden de la Merced se ha
enriquecido desde el principio por la figura maternal de la Virgen María, en
ella los mercedarios descubrimos la urgencia de nuestra acción apostólica, pues
se presenta ante nosotros como la principal promotora de la obra de su Hijo
Jesús. Venerándola con el título de la Merced asumimos nuestro compromiso
carismático en los centros penitenciarios y la presentamos como Patrona
Universal de los Privados de Libertad y de las Instituciones Penitenciarias.
1115 Las palabras y las acciones de Jesús durante
su vida oculta y su ministerio público eran ya salvíficas. Anticipaban la
fuerza de su misterio pascual. Anunciaban y preparaban aquello que él daría a
la Iglesia cuando todo tuviese su cumplimiento. Los misterios de la vida de
Cristo son los fundamentos de lo que en adelante, por los ministros de su
Iglesia, Cristo dispensa en los sacramentos, porque "lo que era visible en
nuestro Salvador ha pasado a sus misterios" (S. León Magno, serm. 74,2).
148 La Virgen María realiza de la manera más
perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa
que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para
Dios" (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: "He aquí la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Isabel la
saludó: "¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1,45). Por esta fe todas las
generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48).
273 Sólo la fe puede adherir a las vías
misteriosas de la omnipotencia de Dios. Esta fe se gloría de sus debilidades
con el fin de atraer sobre sí el poder de Cristo (cf. 2 Co 12,9; Flp 4,13). De
esta fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que "nada es
imposible para Dios" (Lc 1,37) y pudo proclamar las grandezas del Señor:
"el Poderoso ha hecho en mi favor maravillas, Santo es su nombre"
(Lc1,49).
487 Lo que la fe católica cree acerca de María se
funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a
su vez la fe en Cristo.
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