VIDA DE PEDRO NOLASCO.
Extracto del libro "San Pedro Nolasco"
Fr. Joaquín Millan Rubio
Extracto del libro "San Pedro Nolasco"
Fr. Joaquín Millan Rubio
Los historiadores, cada cual, según su época, dedujeron,
imaginaron e inventaron diferentes, formas, gastando mucha imaginación en
presentarnos a Pedro Nolasco como niño, adolescente, joven excepcional, que lo
fue; mas lo quieren expresar con extremos hipotéticos, que no añaden a la
sobriedad de los hechos históricos.
Su familia, 3 generaciones atrás, llegó a Cataluña
solicitando la tierra que el Conde Ramón de Berenguer IV conquistó de los
musulmanes que con la intención de repoblarla ofertaba a los inmigrantes. Sus
padres se aventuraron y cambiaron su lugar de residencia a la ciudad de
Barcelona para convertirse en mercaderes.
Su nacimiento se
establece el 8 de Agosto de 1182 (aunque hay un margen de error).
Según la tradición, fue hijo único, trabajó con su padre, llevando y
trayendo los productos más ventajosos, satisfaciendo la demanda de una sociedad
cada día más exigente por refinada. Cuando
muere su padre Pedro era un muchacho. Tuvo que tomar la iniciativa del negocio.
PRIMERA LLAMADA: A los quince años, cuando
muere su padre, renunció a varias
ofertas de matrimonio, optando por LA CASTIDAD que no sólo es renuncia;
es potencia para amar, con mayor profundidad y con más amplitud. No se trata de
dar, sino de darse. Y todo desde una caridad difícil de medir.
Pedro organizó su vida, a los veintitantos años recorrió el mar para
llevar y traer lo que ofrecía o demandaba su clientela barcelonesa. Y entonces el Señor, desde ese quehacer, le presentó
el problema, grave, angustioso: Vio cómo miles de cautivos cristianos se pudrían humanamente, se degeneraban
moralmente, rechazando sus creencias en tierra de moros. Pedro Nolasco
queda estupefacto. Y reacciona desde su experiencia de fe, de cristiano brioso
e inconformista, persuadido de que el
humanismo es inseparable de la fe. Su gran pasión es el hombre libre y
creyente.
SEGUNDA LLAMADA: se
la hace la Virgen. En vez de mercancías, adquiere cautivos de los moros.
Muchos, muchísimos, más de trescientos, mientras tiene algo; porque se gasta lo
que lleva, pero además empeña su patrimonio. Mas no para traficar con ellos,
como hacían otros, no. Por pura caridad, desinteresadamente, para dejarlos ir. Nolasco queda pobre, pobrísimo. Sin nada,
ni patrimonio, ni casa. Viniendo a
la INDIGENCIA por propia voluntad, por
vocación, por respuesta, por solidaridad.
Cuando vacío la cartera y se quitó el propio bocado, no se quedó en
limosnero; la abundancia le llevó a la
pobreza absoluta, lo convirtió en necesitado. Pero si no se da este primer paso; ni se hace nada por el prójimo, ni
se camina de verdad en pos de Cristo.
Ahí arrancó el proceso de la libertad de Pedro Nolasco.
Su pobreza fue ponerse al
servicio de los cautivos, invirtiendo en ellos talento, capacidad creativa,
perspectiva. En eso consiste la pobreza del mercedario, en comprometerse con el
pobre hasta el punto de hacerlo dueño de las cosas y de las personas, viviendo
con él y para él. Porque el amor a Cristo, la fe en Él, lleva al descubrimiento
de que Dios es la gran riqueza del hombre, y que él llena tanto cuando el
hombre es capaz de vaciarse de lo demás.
Esa convicción hizo que el
comportamiento de Pedro Nolasco no fuera un gesto, sino la opción de su vida.
CONTEXTO HISTÓRICO:
En 1203 Dios lanzó a renovar a la humanidad, para sanar las heridas de
la sociedad y de la Iglesia de su tiempo, la superficialidad de su formación,
la seducción de la riqueza y la carencia de libertad a Cuatro hombres de fe,
cristianos convencidos. Cuatro hombres distintos, de vocaciones similares, con
el único propósito de anunciar a Cristo en una sociedad que está cambiando.
Ellos, y otros muchos, son los denunciantes de los peligros que la Iglesia debe
atajar: Pedro Nolasco (Orden de la Merced), Juan de Mata (Orden Trinitaria),
Domingo de Guzmán (Orden de Predicadores), Francisco de Asís (Orden
Franciscana).
La orden de Predicadores
abrazó la contemplación, los Menores asumieron la humildad y la pobreza; más
los Mercedarios la contemplación y la acción a la par, asemejándose a los
Predicadores en ser María y a los Franciscanos en ser Marta, a una y a otra
semejantemente;
pues ¿quién no ve en qué peligros de la fe se estremecen los cristianos cautivos?
Por eso deben aguijonearse, vigilar, amonestar con santas palabras y verdaderos
argumentos acerca de los errores de los sarracenos y las tenebrosidades de los
hebreos, para que no peligre la fe en los fieles cautivos. Así que los frailes redentores de la Orden de la Merced deben estar
instruidos en las divinas letras, armados de santidad, misericordia y
paciencia, a fin de que se compadezcan de los cautivos. Por eso se dice la
Orden semejantísima a Marta y a María, abrazando uno y otro género de vida.
PEDRO NOLASCO, EL MERCADER
Para la realización de su empresa fue definitiva su condición de
mercader y barcelonés. Son premisas que explican su vocación. Así es cómo, ya
religioso y fundador, siguió de mercader y laico, la patente de mercader le posibilitaba continuar traficando. Lo peculiar es que lo hizo desde el
desprendimiento, en la pobreza. La única plataforma que proporciona libertad al
hombre y da oportunidad a la intervención de Dios.
Los mercaderes estaban muy
acreditados,
al nivel de profesiones liberales, cual médicos, cirujanos y notarios. Lo suyo
era el comercio al por mayor y la banca. Contaban
con buenas viviendas de dos o tres plantas y patio interior. Normalmente la
profesión se heredaba, comenzando los hijos a trabajar con sus padres, se
independizaban sobre los veinticinco años.
Pedro Nolasco organizó su
Instituto desde su experiencia de mercader. Todas
las precauciones eran pocas, bien lo sabía Nolasco. Claro que habían ser los
redentores muy parcos, castos, diligentes, cautos ante la astucia y perfidia de
los sarracenos, tenaces. ¡Qué no hubieran dado los sarracenos por hacer caer a
un fraile en fornicación, en apostasía, en desmanes! ¡Qué escuela fueron adquiriendo desde el Maestro para saber regatear,
disimular cuál era el cautivo que interesaba, no entrar en debates religiosos,
capear la codicia!
Era importante la exhibición
de los cautivos, que se realizaba con entrada solemne desde el puerto de arribo hasta
la catedral con el acompañamiento de todos los estamentos ciudadanos, así como
las jornadas subsiguientes. En cada lugar los excautivos quedaban hospedados en
el convento de la Merced, e iba discurriendo la caravana de ir mostrando a los excautivos
de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, para exponer a las gentes el fruto de
su caridad. Esta ostentación era muy
eficaz, dando como fruto hasta la mitad del precio de la redención. Los liberados tenían obligación, firmada
ante escribano, de ayudar a la Orden durante seis meses. Algunos liberados lo
llevaban muy a mal, y había de ellos que, lejos de mostrarse agradecidos, eran
muy groseros y sumamente exigentes desde el primer momento.
Los primeros en ser redimidos eran los cautivos cuyo pago alguien había
efectuado, luego las mujeres y los niños, los más tentados de renegar, los oriundos
de lugares que más habían aportado, los de nacionalidad española.
Que no había prejuicios nacionalistas ni otras preferencias que las
urgencias de la caridad se patentizan en la mentada redención de 1725. Los
datos de cada liberado eran asentados escrupulosamente por el escribano, en
Castilla, por los propios redentores, en Aragón.
El compromiso carismático
comportaba comprar los cautivos por los mismos mercedarios y no por
intermediarios,
honrada y legítimamente, misericordiosamente, sin dolo ni fraude. A fin de que los mismos esclavistas
quedaran edificados, conmovidos por el piadoso ejemplo de Jesucristo redentor
del género humano, que se dio a sí
mismo por nosotros para redimirnos de la potestad del diablo. Cuando no
fueran suficientes los caudales para redimir, uno de los redentores, el que
acordaren entre sí, se quedaba retenido en rehén para liberación de los
cautivos, en poder de los sarracenos por periodo y dinero concertados.
La Merced evitó en su labor
redentora de toda especie de tráfico. Rehusó en tiempos normales llevar
cautivos musulmanes para canjearlos y, desde luego, hacer cualquier género de
venta o compra de mercancías para comprar cautivos; pues era muy tentador
practicar contrabando.
Eran caros los cautivos. En el decurso de los
siglos varió muchísimo su precio. Desde luego tanto más se pagaban los cautivos
cuanto mayor se apreciaba el interés por liberar a una determinada persona. Los
Mercedarios tenían en esto mucha escuela: Disimulaban
qué cautivos les interesaban, daban muchas vueltas antes de ponerse a comprar,
tenían sus informadores.
Caso de redención en que intervinieron Mercedarios y Trinitarios fue el
de los hermanos Cervantes, Rodrigo y Miguel: Los Mercedarios compraron en
agosto de 1577 a Rodrigo por 300 ducados; pero no a Miguel, que resultaba demasiado
oneroso, aunque sí le asistieron en los baños, lo alimentaron cuando se fugaba,
jugándose la vida por él más de una vez fray Jorge del Olivar; finalmente entre
la propia familia, Felipe II y el caudal de la redención lo adquirieron los
Trinitarios por 500 escudos de oro.
Ante esta realidad un buen número de cautivos renegaba de Cristo. Por
despecho a la sociedad de que procedían y no se cuidaba de ellos, por huir de la
justicia, por amistad con algún musulmán, por no fenecer, por proselitismo de
los imanes. Y conste que a los patronos no les interesaba que sus cautivos
apostatasen, pues el lucro se aminoraba enormemente.
LA PRUEBA
En todos los hombres de fe hay hambre de soledad. Pedro Nolasco fue
hombre de acción, pero llevava también dentro un místico. Apetecía la vida
solitaria. Le seducía la contemplación. Le sugestionaba la idea de retirarse a
un monasterio. Pero el Señor nunca tiene
prisas ni es espectacular; interviene, pero despacio. La respuesta llegaría
paulatina, graduadamente, como un arranque del sol mañanero, que va creciendo
en luz, en calor, en vida. Pedro necesitaba pensar, meditar, orar, espabilar
los oídos. Y se tomó un respiro, peregrinando a Montserrat. En el retiro se
encontraria consigo mismo y desde la oración sosegada apelaría la voluntad de
Dios.
Según la tradición, meses antes de la revelación de María Pedro Nolasco
tuvo esta visión;
Pedro contempló en sueños un frondoso olivo plantado en espacioso
pórtico.
Se sintió cobijado bajo su protector ramaje; mas, cuando gozaba de tan
placentera sensación, se le presentaron varones honorables diciéndole venir de
parte de un gran rey para ayudarle a defender el Olivo. Advirtió luego cómo
accedían otros individuos, que con hachas e instrumentos de destrucción se
dieron a herir y cercenar fieramente el olivo, decididos a exterminarlo. Sin
embargo, Pedro reparó estupefacto que cuanto más sañudos eran los golpes y los
desgarros, tantos más eran los pimpollos y las ramas que al Olivo le pululaban,
hasta que su ramaje llenó por entero el atrio.
Entendió Pedro que el enigmático Olivo era la Iglesia de Cristo,
frontalmente atacada por los musulmanes. Él la debería defender con el apoyo
del ilustre rey don Jaime, campeón en las guerras contra los moros. Asimismo,
adivinó que a él le incumbía la defensa de la fe mediante la fundación de una
Orden que se empeñara en la redención de los cautivos.
La Orden de la Merced se
fundó el 2 de Agosto de 1218 recibiendo el escudo real y la cruz del hospital
de Santa Eulalia el mismo día.
Con Nolasco fundaron la Merced una docena de ciudadanos. Posiblemente
en el grupo habría algún clérigo y, tal vez, se adhirieran caballeros o
infanzones. Pero el talante es laico, plebeyo, abierto, innovador, mercantilista.
Hoy nos parece normal, y honroso, que nos fundara un laico, un
mercader, pero en el pasado costó a muchos mercedarios aceptar tal condición.
Hubo historiadores que lo ocultaron, porque se avergonzaban, prefiriendo
inventarle cuna encumbrada, blasones, alcurnias y codeos con la realeza. Ante
la documentación auténtica, no se puede afirmar que Jaime I armara caballero a
Pedro Nolasco en la fundación; solamente le entregó sus armas, las cuatro
barras, que, con la cruz blanca de la catedral de Barcelona, formaron el escudo
de la Merced, como está bien explicitado en numerosos diplomas de los soberanos
aragoneses. Nada prueba que Jaime I o Juan II llamen hábito al escudo.
Y es pura erudición todo lo que añade acerca de caballeros,
investiduras, donceles, hábitos de Montesa, Calatrava o Santiago.
Orden mendicante
La pobreza mercedaria tiene su peculiaridad, los frailes que formó
Nolasco no son astrosos. Llevan hábito
blanco, el color de la gente llana en una sociedad muy estratificada, de lana
cruda. Visten y calzan con dignidad: capa, túnica, calzas, bragas de lino; no
andan descalzos. No usan paños lujosos, pero tampoco ínfimos. Duermen en cama
individual. Todos los frailes han de trabajar para la redención. El cautivo es
el único empeño, ministerio y sacramento del Mercedario.
La Merced no fue mendicante hasta muy tardíamente, tan pobre que ni ese
título se le reconocía.
La Muerte de Pedro Nolasco
San Pedro Nolasco murió el 6 de mayo de 1245, Su partida llenó de lágrimas
sus ojos y de nostalgia sus corazones, pero ante todo de urgencia. La tarea no
podía esperar, que los cautivos, los mendigos, los vagabundos, los sin techo,
los muertos de hambre, los marginados, seguían clamando libertad, acogida,
dignidad, pan, amor. Así de hermosa, así de parca es la noticia. Pero algunos
hagiógrafos (escritores de la vida de los santos) se recrean inventando la
muerte de san Pedro luego de muchas enfermedades y achaques; cuando no hay nada
de eso, pues acababa de llegar de Arguines.
Es probable, sí, que anunciara la fecha de su muerte; que recitara los
salmos penitenciales; que recalcara el cuidado de los pobres cautivos; que
recibiera los sacramentos; que su muerte fuera muy sentida en Barcelona.
El cuerpo del Santo fue enterrado con sencillez en el cementerio de los
religiosos, donde se mantuvo hasta 1336, cuando el general fray Berenguer
Cantull llevó solemnemente su cuerpo incorrupto a la capilla de Santísimo de la
iglesia construida. Hacia 1400 se mudó de nuevo el cuerpo a un lugar
provisional; la mudanza hizo que se entibiara la gran devoción que los
barceloneses le profesaban y se perdiera el rastro de sus reliquias.
El año 1420, siendo general fray Diego Eymeric, la Orden se avergonzó
del desdén, y trató de buscar el cuerpo, mas no se halló, sin embargo si no se
hallaren las reliquias no ay porque nos desconsuele, porque eso debe de ser lo
que nos conviene más. Vargas dice lo mismo de los enterramientos, añadiendo que
del traslado a la capilla del Santísimo por el prior Bonanato de Prexana consta
por una vieja escritura.
Lo definitivo no era su
régimen de vida, sino su capacidad de acudir en auxilio de los cautivos.
REDENCIONES DE PEDRO
NOLASCO.
Se sabe que ya redimía cautivos desde Barcelona en 1203 (a
los 21 años), más de trescientos en esa histórica redención que realizó en
Valencia el año 1203 con sus propios recursos y se tiene documentado que
participó en 3 grandes redenciones en las que utilizó recursos propios, de
limosnas y de particulares.
Cada año organizaba redenciones y a los cautivos que redimía no los
dejaba ir sin más y a su suerte. Los atendía desde la comida y el viático,
hasta el vestuario y el corte de cabello. “Se les darán ropas nuevas, según la
estación, y dinero para llegar a su casa con gozo y alegría”,
preceptúan las Constituciones de 1272; enfatizando
“que los rescatados sean atendidos sin
murmuraciones ni tacañerías por los religiosos”.
En la historia de la
Orden de la Merced se tienen registradas 344 redenciones y más de 80,000
cautivos redimidos.
CIERRE
El amor a Cristo, la fe en Él, lleva al descubrimiento de que Dios es
la gran riqueza del hombre, y que él llena tanto cuando el hombre es capaz de
vaciarse de lo demás. La educación, la sensibilidad, la fe, la apertura a la Palabra,
ciertamente son don. Pero hay que acoger, aceptar tales dones, interiorizarlos.
No se puede trabajar con los pobres desde la riqueza. Ni tampoco se
puede pedir a los demás conservándose lo suyo, o reservándose algo.
Cuando ya no tiene nada, hasta se pierde la vergüenza de mendigar. Que la
mendicidad es humillante, aunque sea para otros; supone haber entregado absolutamente
la dignidad.
Cualidades que heredó de sus padres:
·
Solidaridad.
·
Su padre el
arrojo y la audacia para los negocios;
·
Su madre le
inyectó la fe y la caridad, aprendió a ver a Cristo en los pobres.
Cualidades personales:
·
Obediencia a la voluntad de Dios con su pobreza absoluta, desde la
contemplación más encarnada, mediante la mortificación total de no disponer de
sí mismo.
·
Obediencia a la
autoridad.
·
Renunció a formar una familia.
·
Renunció a la seguridad económica.
·
Practicaba las
obras de misericordia.
·
Oraba pidiéndole
a Dios que le revelara si su obra le era grata.
·
La originalidad de su devoción es que adoró a Cristo en el cautivo
cristiano. A Pedro Nolasco lo reclamó el grito de Cristo desde la miseria de
los cautivos.
·
Toda su vida la vio desde la perspectiva del texto de Mateo 25.
·
Él lo tuvo todo: talento, bienes, aptitudes; y ante sí; se le ofreció a
un colectivo que carecía de todo.
·
Fue el laico que, sin predicar, sin palabras, anunció y denunció.
Porque lo que él hizo no gustó a todos, pues el comercio de esclavos era
negocio muy lucrativo para buenos cristianos. Cuando la Iglesia no prohibía la
trata, sino la trata de esclavos cristianos; y monasterios y catedrales había
que tenían mano de obra barata en personas compradas a tratantes esclavistas,
tal vez con persuasión de humanidad.
·
Nolasco fue el laico, que heredó el genio familiar de la mercaduría, y,
tocado por Dios, invirtió su talento y su arrojo en la gran empresa de la
libertad. Su personalidad fresca,
espontánea, libre, rompedora. Fue
creativo porque era libre.
Cualidades de un redentor:
·
Es libre.
·
Entrega.
·
Pobreza (Renuncia), Su pobreza es ponerse al servicio de los
cautivos, invirtiendo en ellos talento, capacidad creativa, perspectiva. En eso
consiste la pobreza del mercedario.
·
Amar a Cristo en el cautivo.
·
Valores humanos y espirituales.
·
Obediencia a Dios y a la autoridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario