Oración: María
de la Esperanza
María de
Nazareth madre de nuestro Señor, compañera de nuestras marchas, ven a
visitarnos, quédate con nosotros. Te
necesitamos, madre buena, vivimos tiempos difíciles, atravesamos bajones,
tenemos caídas, nos agarra la flojera, nos inmoviliza la apatía, nos da rabia
la solidez de la injusticia.
María, virgen de la Esperanza. Contágianos tu fuerza, acércanos el Espíritu que llena tu vida.
María, virgen de la Esperanza. Contágianos tu fuerza, acércanos el Espíritu que llena tu vida.
Ayúdanos a vivir con alegría, a pesar de las pruebas y las cruces que
encontramos en el seguimiento de tu hijo. Que no nos desaliente la lentitud de los cambios, que las espinas
de la vida no nos ahoguen la semilla del Evangelio.
Que no
perdamos la utopía madre buena, de creer que es posible otro mundo y otra
sociedad.
Que no bajemos los brazos en la lucha por la justicia y en la práctica de la solidaridad.
Que no se enturbie nuestra mirada, al punto que no veamos la luz del Señor que nos acompaña siempre, que camina a nuestro lado, que nos sostiene en los momentos duros.
Que no bajemos los brazos en la lucha por la justicia y en la práctica de la solidaridad.
Que no se enturbie nuestra mirada, al punto que no veamos la luz del Señor que nos acompaña siempre, que camina a nuestro lado, que nos sostiene en los momentos duros.
María, Tu
creíste y te jugaste la vida. Y no te fue fácil. También pasaste tiempos de
incertidumbre, de no entender las cosas que pasaban, de sufrimiento y soledad.
Y saliste adelante, con buen ánimo y entrega. Nos enseñaste con tu ejemplo que
para dar vida hay que entregar la vida, todos los días, en las buenas, y en las
malas, y en las más o menos.
Siendo una
muchacha, estando comprometida, corriste el riesgo de decir sí al plan de Dios.
Confiaste en El y el sueño de Dios se hizo realidad. Madre, en nuestros días
Dios sigue soñando. Su Reino de hermanos está muy lejos de ser realidad. Y nos
pide, como a ti en Nazareth, que demos lo mejor de nosotros para ayudarlo a
realizar su proyecto. María, ¡cómo cuesta decirle sí al Señor!. Cómo cuesta
decir sí más allá de las palabras, decir sí con los hechos, con actitudes, con
gestos... ¡con la vida!, enséñanos a esperar en el Señor, a confiar en su
palabra, a dejarnos guiar por su Espíritu, a llenarnos de su buen humor y
alegría. Enséñanos a escuchar su voz, en la realidad de todos los días, en el
sufrimiento de tantos, en las ansías de liberación y cambio, en la sed de
justicia de las mayorías. Enséñanos a orar para no perder la Esperanza y para
darle raíces sólidas. Enséñanos a orar para discernir donde poner los esfuerzos
y descubrir nuestro lugar y misión. Enséñanos a orar para no desalentarnos en
las dificultades y contratiempos.
María, camina
junto a nosotros, acompáñanos madre buena, fortalece nuestra esperanza para que
sea el motor de nuestra entrega el pozo donde beber para seguir, el refugio
donde descansar y retomar fuerzas. Anuda nuestra esperanza al proyecto del
Padre. Danos firmeza y hasta tozudez para seguir adelante. Llena nuestros
corazones de la esperanza que libera para vivir el amor solidario. Lo que se
espera se consigue con esfuerzo, con trabajo y con la vida. Nos confiamos en
tus manos para que nos hagas fuertes en la fe comprometidos en la solidaridad y
firmes, muy firmes, en la Esperanza del Reino.
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